Lo que durante 24 días no encontró la policía de Pergamino lo había visto Casimiro Frutos desde la ventanilla de un micro que pasaba al lado de la ruta. Lo vio el 16 de noviembre de 2009 y lo volvió a ver al regreso de viaje, el 30 de noviembre. El auto estaba igual que 14 días atrás a pesar de que el hombre había avisado al 911. Se trataba de la familia Pomar, que había salido desde su casa de José Mármol y nunca llegó a Pergamino.
La familia Pomar salió en su Fiat Duna Weekend de color rojo desde su casa en José Mármol para dirigirse a Pergamino el 14 de noviembre de 2009. Nunca llegaron y, durante 24 días, el misterio de su desaparición dio lugar a todo tipo de hipótesis, hasta las más descabelladas. Y lo que había ocurrido era culpa de la desidia de los policías que no vieron -¡no vieron!- un automóvil volcado a la vera de la ruta.
El matrimonio de Fernando Pomar y Gabriela Viagrán, y sus dos hijas Pilar y Candelaria, sufrieron un accidente el mismo día de su partida pero recién encontraron sus cuerpos al cabo de casi un mes entero al costado de la Ruta 31. Ocho años después de la tragedia, en noviembre de 2017, el juez correccional Carlos Picco condenó a dos policías por la “desidia” en la que incurrieron al haber falsificado actas del rastrillaje para localizar a la familia Pomar.
De los peritajes surgió que en el sector de la curva de la ruta 31 había “dos hundimientos en forma de canaletas que ocasionaban el estancamiento de agua”, además de que “la calzada no se encontraba señalizada, ni demarcada” y que “la delimitación de los dos carriles de circulación y la doble línea amarilla eran muy poco visibles”, al igual que “la línea de banquina era prácticamente inexistente”, indica el fallo.
La pena fue de un año y dos meses de prisión en suspenso para el ex comisario Daniel Fabián Arruvito y de un año de prisión en suspenso para el exteniente Luis Quiroga por el delito de “falsedad ideológica de instrumento público”. No obstante, poco después los condenados fueron absueltos.
La ruta de la tragedia
Fernando Pomar estaba desempleado en noviembre de 2009. Por eso, cuando le surgió la posibilidad de una entrevista de trabajo como técnico químico en una importante empresa de biofertilizantes e insecticidas agrícolas en Pergamino, donde además vivía su suegra, María Cristina Robert, no dudó en hacer el viaje y aprovechar para también compartir un almuerzo familiar en la casa de la mujer.
El único que no se subió al auto fue Franco, el hijo del primer matrimonio de Gabriela Viagrán, que en ese momento tenía 13 años y prefirió quedarse en la casa a estudiar para un examen que debía rendir el lunes y esquivó así, sin saberlo, la fatalidad que sobrevendría poco después.
La primera pista falsa
Después de varios días de un silencio ensordecedor, el 20 de noviembre apareció una secuencia de imágenes captadas por las cámaras de seguridad del peaje ubicado sobre la ruta 7, cerca de Luján. Hacía seis días que la policía había recibido un llamado de Casimiro Frutos, pero nadie le prestó atención.
La grabación registró el paso de Fernando Pomar en el coche pero, si bien las fotos no reflejaban nada en particular que llamara la atención, sembraron dudas sobre la presencia de Gabriela y las nenas en el mismo vehículo. Cuatro días más tarde, un segundo video mostró a la familia completa en su paso por la estación de cobre “El Rodeo”, de Luján. Sin embargo, lejos de llevar tranquilidad, la imagen de Fernando alimentó la teoría de un “hombre desencajado” que podría haber cometido una masacre y después suicidarse.
Las otras hipótesis
La presunta matanza familiar fue la primera pero no la única teoría que surgió durante los 24 días en los que la familia estuvo desaparecida. Se dijo también que los habían secuestrado. Que Fernando Pomar estaba en el negocio de la efedrina. Se dijo que los habían visto en Chile, en Río Negro, en Mendoza y hasta en el patio de comidas de un shopping.
Otra versión sostenía que la familia se había escapado de las deudas, ya que la casa estaba en venta y, con el padre desocupado, hacía varios meses que no podían pagar la hipoteca: “Mi hija únicamente dopada o amordazada podría estar sin comunicarse con su hijo, que ama con todo su corazón de madre y quedó en Buenos Aires, porque tenía que rendir una materia”, explicaba a los medios por esos días Cristina Robert, madre de Gabriela y abuela de Franco, el único sobreviviente de la tragedia, fallecida en 2020 a sus 73 días.
La primera causa fue la de averiguación de paradero y fue investigada por Karina Pollice, a cargo de la fiscalía N°4 de Pergamino. Para el 1° de diciembre de 2009, la desaparición de los Pomar ya se transmitía prácticamente en cadena nacional.
El desconcierto era lo único firme y alcanzaba también a Carlos Stornelli, ministro de Seguridad de la Provincia, y a su secretario de Investigaciones, Paul Starc, quien coordinó la fallida búsqueda. Ellos buscaban vivos a los cuatro integrantes de la familia de José Mármol y se inclinaban por creer que se habían ido del país por voluntad propia.
La pista del caso que nadie siguió
Todas aquellas hipótesis se desdibujaron de golpe cuando, finalmente, los encontraron pero muertos el 8 de diciembre de 2009 en la Ruta 31 “a 39,5 metros desde la curva interna de la banquina”, unos 40 kilómetros antes de llegar a Pergamino.
“En definitiva, quedó debidamente acreditado que solo se trató de un accidente de tránsito, con dudas en el origen del mismo, pero con una certeza, al auto por alguna razón mordió la banquina, eso hizo que el conductor siguiera en parte por la misma, hasta que impacta en una alcantarilla que se encontraba tapada por los pastizales, hace que el vehículo dé una vuelta denominada en campana y los ocupantes son despedidos”, resumió el abogado Giacomelli.
Y completó: “Los pasajeros delanteros salieron por el parabrisas y los pasajeros traseros por la luneta, ya que ninguno poseía colocado el cinturón de seguridad”.
Yo te avisé y vos no me escuchaste
En medio de la conmoción por el hallazgo fue cuando empezaron a aparecer las críticas y los cuestionamientos. Es que el 16 de noviembre, es decir, tres días después de la desaparición de los Pomar, hubo un llamado al 911 que advirtió sobre un accidente vial en la zona donde volcó la familia.
Se trataba de un hombre llamado Casimiro Frutos, quien apoyado en la ventana del primer piso de un micro de larga distancia camino a su trabajo en Rojas vio el auto rojo de la familia, literalmente dado vuelta. “No sabría decirle dónde exactamente era, vi en un montecito un auto volcado con las cuatro ruedas para arriba y llegué a ver que era rojo”, reconoció Frutos a los medios. “Me llamó un poco la atención porque era el color intacto”, dijo sobre el Duna Weekend color rojo que transportaba a las víctimas.
Cuando el trabajador volvió a su casa ese día llamó al número de emergencias y compartió su sospecha: esos podían ser los Pomar. El misterio podría haberse resuelto entonces, casi al empezar, pero como ya se había rastrillado esa zona en la DDI de Pergamino descartaron la denuncia de Frutos y, con ese mismo acto, convirtieron la tragedia en una lenta agonía.
“Fue un accidente de tránsito que por la desidia policial no fue descubierto de inmediato, pero aún si lo hubieran hecho no habría cambiado el desenlace fatal de las víctimas, que fallecieron a raíz de las lesiones sufridas en el mismo”, sostuvo Giacomelli.
Un desastre sin castigo
Todos los policías involucrados reconocieron no haber sido capacitados para hacer rastrillajes. “Con el diario del lunes, es fácil. Cuando uno sabe dónde mirar, uno lo ve”, se enojó Stornelli cuando lo cuestionaron por la impericia. Doce fueron los uniformados implicados en el caso Pomar, entre ellos lo que desestimaron el llamado al 911 del testigo. Siete fueron exonerados, otros, suspendidos por 60 días. A juicio solo llegaron tres con rango de teniente por la falsificación de actas.
Uno fue absuelto en ese momento mientras que, en septiembre de 2017, los otros dos fueron sentenciaron a un año y dos meses de prisión en suspenso. Meses después, la Cámara de Apelaciones de Junín revocó esas penas. “Se los condenó por no haber visto lo que a criterio del juez debieron ver”, justificó el fallo.