Este sábado se conmemora el Día del Lector, en homenaje al 125 nacimiento de Jorge Luis Borges, quien se consideraba, más que un escritor, un lector: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”, expresó. Entre las diferentes actividades que se harán se soltarán 300 mil poemas en todo el país, y Almirante Brown y Lomas de zamora se sumarán a esta propuesta.
La iniciativa se realizará en paralelo en cinco esquinas porteñas y casi 60 sedes de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), en las que se repartirán postales con poemas de más de 250 escritores argentinos. Organizan la Fundación El Libro y la Sociedad Argentina de Escritores.
Entre las diez de la mañana y las seis de la tarde volarán poemas. Las cinco esquinas de la Ciudad de Buenos Aires son Santa Fe y Callao, Corrientes y Florida, Cabildo y Juramento, San Juan y Boedo, y Plaza Flores.
Almirante Brown y Lomas de Xamora sin algunas de las ciudades donde se soltarán pemas.
El listado completo de ciudades está acá.
Los poemas serán de Borges, Alejandra Pizarnik, Julio Cortázar, Alfonsina Storni, Leopoldo Lugones y Silvina Ocampo, entre otros autores consagrados.
La SADE Lomas, por su parte, instalará este doming su stand durante la jornada denominada Comunidad Banfield que promete un sinfín de actividades que incluirá gastronomía, espectáculos culturales y actividades literarias para el disfrute de todos los vecinos.
Borges y Adrogué
El escritor, ensayista, narrador y poeta dejó huellas en nuestro distrito: de pequeño, Borges vacacionó en distintos puntos de Adrogué. Su familia alquilaba una quinta, “La Rosalinda”, que ya no existe; luego vendría el tiempo en el hotel La Delicia, el de los espejos, “Sobre el portón decía La Delicia, salvo que nadie utilizaba el singular, sino el plural, que es mejor. Hay cuentos míos que parten de ese lugar o regresan a él.” ; pero cuando su padre murió, la madre, Leonor Acevedo, compró el terreno y levantó una casa a la que irían durante los veranos con su hermana Norah : el chalet hoy llamado “Casa Borges”, que es un espacio cultural que permite conocer la obra del escritor.
Hasta 1953, los veranos en las arboladas calles de la ciudad de Adrogué junto a su familia fueron una fuente de inspiración para Borges, quien aprendió a andar en bicicleta y paseó entre los árboles, los eucaliptos y las verjas que albergaba el chalet estilo californiano ubicado en Diagonal Brown 301 y que da frente a la emblemática Plaza Almirante Brown.
Borges inmortalizó a Almirante Brown en muchas de sus obras, como en su poema Adrgué:
Adrogué
Que yo me pierda entre las negras flores
del parque, donde tejen su sistema
propicio a los nostálgicos amores.
O al ocio de las tardes, la secreta
ave que siempre un mismo canto afina,
el agua circular y la glorieta,
la vaga estatua y la dudosa ruina.
Hueca en la hueca sombra, la cochera
marca (lo sé) los trémulos confines
de este mundo de polvo y de jazmines,
grato a Verlaine y grato a Julio Herrera.
Su olor medicinal dan a la sombra
los eucaliptos: ese olor antiguo
que más allá del tiempo y del ambiguo
lenguaje, el tiempo de las quintas nombra.
Mi paso busca y halla el esperado
umbral. Su oscuro borde la azotea
define y en el patio ajedrezado
la canilla periódica gotea.
Duermen del otro lado de las puertas
aquellos que por obra de los sueños
son en la sombra visionarios dueños
del vasto ayer y de las cosas muertas.
Cada objeto conozco de este viejo
edificio: las láminas de mica
sobre esa piedra gris que se duplica
continuamente en el borroso espejo.
Y la cabeza de león que muerde
una argolla y los vidrios de colores
que revelan al niño los primores
de un mundo rojo y de otro mundo verde.
Más allá del azar y de la muerte
duran, y cada cual tiene su historia,
pero todo esto ocurre en esta suerte
de cuarta dimensión, que es la memoria.
En ella y sólo en ella están ahora
los patios y jardines. El pasado
los guarda en ese círculo vedado
que a un tiempo abarca el véspero y la aurora.
¿Cómo puede perder aquel preciso
orden de humildes y pequeñas cosas,
inaccesibles hoy como las rosas
qué dio al primer Adán el Paraíso?
El antiguo estupor de la elegía
me abruma cuando pienso en esa casa
y no comprendo cómo el tiempo pasa,
yo, que soy tiempo y sangre y agonía.