Desde hace días, acampan miles de personas en el cruce de las rutas 119 y 123, a 8 kilómetros de Mercedes, en la provincia de Corrientes, el epicentro por donde pasarán 300 mil fieles, según el cálculo de los organizadores, que ya desplegaron un operativo sanitario y de seguridad para prevenir desmanes.
Es que como cada 8 de enero, cuando se recuerda la muerte Antonio Mamerto Gil Nuñez, el santo popular más venerado del país, los fieles peregrinan hasta el histórico santuario, pero también se replica el homenaje en otros, como el ubicado en el kilómetro 42 de la Ruta 210, en Alejandro Korn.
En la fiesta todo es rojo: banderas, velas, cruces, atuendos y vinchas del color que identifican al gauchito Gil, el santo pagano. Por haber sido liberal, el Gauchito Gil es identificado con el color rojo. Por eso los devotos llevan banderas de ese color y le ofrendan velas, flores, cruces y frutas.
Quién fue el Gauchito Gil
Nació en Payubre, una región cercana a Mercedes, en Corrientes, en algún momento del siglo XIX. Para algunos, era un cuatrero, un gaucho alzado, un fugitivo culpable de todos los delitos sin resolver. Para otros, era “Robin Hood”, gaucho justiciero, vengador de paisanos.
Dicen que lo condenaron por desertor, en la época de las guerras entre colorados y celestes. La leyenda dice que lo degollaron colgado de un pie y atado de un espinillo, cabeza abajo.
Antes de morir, le dijo al sargento que lo ejecutaría: “No me mates, que te va a llegar una carta que dice que soy inocente”. El verdugo respondió: “No te vas a salvar” y el Gauchito dijo: “Cuando llegue la carta vas a recibir la noticia de que tu hijo está enfermo y morirá; rezá en mi nombre y tu hijo se va a salvar“.
Después de matarlo, el sargento volvió a su casa y encontró a su hijo enfermo. Rezó por él al Gauchito Gil y su nene se curó.
Alguien puso una cruz en su honor, en un camino perdido de la región, otro le ofrendó una botella con agua, tal vez algún alimento, los milagros se sucedieron y el gaucho se volvió leyenda. Desde entonces, el lugar donde murió el Gauchito se convirtió en santuario de peregrinación. Allí, año a año miles de personas se acercan para rendirle homenaje y dejar sus ofrendas: oraciones, velas y cintas rojas.
Dicen que, si vas por la ruta y te cruzas con un santuario del gauchito, tenés que tocar la bocina para saludarlo. Los hay en cada camino, en cada ruta, de una punta a la otra del país. Todos saludan al gaucho como a un santo todavía no reconocido por la iglesia, pero santo popular al fin y sin ninguna discusión.