Una joven de Burzaco llamada Suyai busca su verdadera identidad a los 34 años. Según le contó a Brown On Line su idea es contactar a sus padres biológicos para conocer por qué su madre fue obligada a darla en adopción. “Me llamo Suyai, tengo 34 años y vivo en Burzaco. Esto es lo único verdadero, el resto es dudoso”, se sincera.
Suyai no sabe siquiera tiene la certeza de su real fecha de nacimiento. “Supuestamente nací el 30 de junio de 1983, en casa de una partera en la ciudad de José C. Paz, provincia de Buenos Aires”, dice la joven. “Mi madre biológica fue obligada a darme”.
La historia de Suyai incluye a un gendarme de apellido Scorza, que vivía sobre la calle Ricardo Rojas, en Burzaco, que supuestamente contactó a sus padres adoptivos con la partera en cuya casa nació la joven. Como la casa en la alumbró Suyai estaba ubicada cerca de la guarnición militar de Campo de Mayo, Suyai supuso que sus padres podrían haber sido detenidos-desaparecidos. Por eso fue a Abuelas de Plaza de Mayo hace un tiempo, pero allí le confirmaron que no.
“Me esperaban para agosto, pero nací antes. Mis padres adoptivos aseguran haber visto a mi mamá biológica, quien en ese momento tenía unos 27 años, ya con un hijo varón de 7 años. El día de mi nacimiento ellos la vieron: era de contextura delgada, cabello tirando a rojizo y tez blanca. De mi padre biológico no tengo ningún dato”, cuenta Suyai.
En el fondo de la historia de la joven hay una madre obligada no solo a entregar a su hija sino también a ocultar su embarazo. “Al parecer estuve dentro del vientre fajado y supuestamente nací por parto natural e indujeron el parto. De ahí que nazco antes, de madrugada. Mi familia de crianza me fue a buscar al día siguiente.
La madre de Suyai no aceptó el dinero que le dieron lso padres biológicos, pero sí lo aceptó el gendarme, la partera y tal vez la abuela biológioca de la joven. “Mi mamá biológica les pidió a mis padres del corazón, que le pagaran un hotel una semana porque estaba perturbada y no la querían en su casa y ella no quería volver al menos por unos días. Mi madre biológica no quiso ver mi cara al nacer para no entusiasmarse”.
“No guardo rencor hacia nadie, solo quiero conocer a mi hermano y saber de mis padres para poder armar el rompecabezas de mi identidad. Entender eso que se lleva en la sangre y poder sanar heridas”, dice Suyai Y remata con un pedido. “Mamá biológica, te busco. Te agradezco la vida. Hermano, deseo conocerte. Ojalá así sea, en armonía. Mis padres de crianza apoyan la búsqueda. Hoy me animo a hacerlo público. La identidad es un derecho”.
En quechua Suyai significa esperanza. Y ella lo sabe.