El 29 de julio de 2015, la vida de María Belén González, una joven policía de 22 años, cambió para siempre. Mientras caminaba con su tía, un auto la atropelló tres veces, le robaron su arma y la dejaron herida de gravedad. Aunque los médicos le dijeron a su madre que preparara el velatorio, María Belén sobrevivió, pero su camino hacia la recuperación ha sido largo y difícil.
Después del brutal ataque, María Belén fue trasladada a varios hospitales con múltiples fracturas en sus piernas, clavícula, cadera y pelvis. Los médicos dudaban de que sobreviviera, pero ella se aferró a la vida. Estuvo internada dos meses y se sometió a 32 cirugías para reconstruir su cuerpo.
“Estuve internada dos meses. En ese tiempo me reconstruyeron todo. Las operaciones duraban muchas horas. Mi pierna derecha estaba para amputar, pero gracias a Dios lograron conservarla”, cuenta al diario Infobae.
Tras recibir el alta, María Belén enfrentó una rehabilitación de cuatro años. Pasó de la silla de ruedas al andador, y luego a las férulas. El proceso fue extenuante, tanto física como emocionalmente. A pesar de que le ofrecieron ayuda psicológica, ella la rechazó. Su principal apoyo fue su perro Ramsés, cuya compañía incondicional la ayudó a sanar.
María Belén logró recuperar parte de su movilidad, aunque no del todo. Hoy, diez años después, sufre de dolor crónico, tiene una pierna más corta y vive con las cicatrices del ataque. Sin embargo, transformó esas marcas al cubrirlas con tatuajes que simbolizan su amor por su familia y su equipo, Boca Juniors.
En 2019, María Belén se convirtió en madre de Izán. Ser mamá le dio la fuerza para seguir adelante y se ha convertido en la mayor felicidad de su vida. Aunque lo cría sola, su hijo le enseña a valorar cada día. Izán es un niño maduro que cuida de su madre, un hincha de Boca como ella, y su compañero de aventuras.
A pesar de las dificultades económicas y de la decepción que le causó la institución policial, que según ella la «abandonó», María Belén sigue adelante. El caso del ataque sigue impune y ella ya no espera que se haga justicia. En cambio, se enfoca en vivir su vida, en los pequeños momentos de felicidad con su hijo y en recordarles a los demás el valor de cada día. Como dice ella misma: «Es como que volví a nacer».