Un hombre relató ayer ante la justicia su calvario en los años de la última dictadura cívico-militar (1976-1983) ante los jueces del Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata, en un juicio que investiga a 16 represores por delitos de lesa humanidad cometidos en tres ex centros clandestinos, Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno, de Lanús.
La justicia platense juzga desde octubre de 2020 a 16 represores, entre ellos el ex médico policial Jorge Bergés, por delitos cometidos contra cerca de 500 víctimas cautivas en esos ex centros.
Diego Barreda, quien estuvo cautivo en el Pozo de Banfield y el Pozo de Quilmes, narró el escalofriante momento en que notó cómo empezó a caérsele la piel como consecuencia de las torturas con picana eléctrica.
“Me llevaron a la parilla en el Pozo de Quilmes, tuve varios desvanecimientos, me interrogaron de situaciones absurdas. Previo a esto me habían tomado la presión, no recuerdo a ningún otro sobreviviente que antes de torturarlo le hayan tomado la presión”, apuntó.
El hombre también estuvo secuestrado en el Pozo de Banfield, donde a poco de llegar “se me empezó a caer la piel, una cosa pastosa que se desprende y cuando me di cuenta sentí una cosa terrible, no tenía noción de qué era” y dijo que “había otras celdas con gente y me dijeron que era habitual, que se me iba a caer toda la piel. Se me viene a la idea que los nazis hicieron tulipas, lámparas con piel. Duró una semana y me decían que era resultado de la picana eléctrica”.
El hombre trabajó en Astillero Río Santiago, pero tras el golpe militar de marzo de 1976 fue despedido y entró a trabajar en la fábrica OFA de Villa Elisa; y fue secuestrado el 14 de julio de 1978.
Barreda también declaró que compartió cautiverio con María Artigas de Moyano, quien dio a luz en cautiverio y luego de dos días apareció en su celda sin su hija y posteriormente fue desaparecida. La hija de María es Victoria Moyano Artigas, recuperada en 1987.