Almirante Brown cumple este 30 de septiembre sus 149 años,son 149 años hechos de historias, de mitos, de curiosidades que constituyen identidad y que circulan a través de todas la generaciones de las vecinas y vecinos que deciden vivir en este distrito del conurbano.
Desde Brown On Line rescatamos algunas de esas identitarias historias:
La Cucaracha
Don Esteban Adrogué emprendió la edificación de su casa veraniega y además hizo construir para sus dos hijas casadas, Sofía y Dolores un chalet estilo ecléctico, de dos plantas que posteriormente se conocería con el nombre “la Cucaracha”, por su construcción ancha, chata y su techo de pizarra negra de reminiscencia francesa, cuyo frente daba a la actual avenida Espora.
La casa nunca cumplió con su destino original, y fue rifada por su dueño, para lo cual se hicieron imprimir en Italia los bonos. Se jugaron 1750 números, el billete costaba 200 pesos de la época y el premio mayor era la casona. Fueron sus dueños sucesivamente Remigio Rigal, Cayetano Devoto y la familia Pardiñas.
En La Cucaracha funcionaron el primer Gobierno Municipal, el Juzgado de Paz , la Comisaría, la sede de la Secretaría de Educación y Cultura y actualmente funciona el Instituto de Estudios Históricos y Patrimonio Cultural de Almirante Brown.
El incendio del hipódromo
La localidad de Almirante Brown debe su denominación al hipódromo de Longchamps, ubicado en París, Francia, en el que la Sociedad Hípica de Lomas de Zamora se inspiró cuando se habilitó la pista de carreras de caballos que estaba emplazada entre las actuales calles Bolívar, Av. Longchamps, Los Studs y Sarmiento.
El 3 de febrero de 1913, al no celebrarse carreras en la Capital, el hipódromo de Longchamps estuvo muy concurrido. Gente que se había trasladado desde Buenos Aires colmaba las tribunas populares del hipódromo. Nada hacía sospechar que la reunión hípica tuviera un desenlace tan trágico.
Disputada la cuarta carrera, una parte del público de las tribunas populares, que distaban 150 metros del disco de llegada, comenzó a agredir verbalmente a los miembros de la Comisión, exigiendo que se modificara el fallo pronunciado, sobre todo después de conocerse el dividendo del ganador, $ 19 por boleta.
Como no logró su objetivo, acto seguido comenzó a invadir la pista, evitando de este modo que los siete competidores de la quinta carrera desfilaran por frente a las tribunas. De pronto, sin que fuera posible determinar quién inició el ataque, a tal punto llegó la confusión, volaron contra las tribunas los más diversos proyectiles: piedras, trozos de hierro y los palos que sostenían el alambrado de la pista.
La voz de fuego corrió luego de boca en boca de los aficionados muy enojados y en menos de cinco minutos grupos de exaltados se dirigieron a las tribunas provistos los unos de abundante cantidad de yuyos secos y otros llevando en hombros los postes de la pista; alguien se proveyó de inflamable quitando la nafta a un automóvil que se hallaba cerca y otros llevaron hasta aquel sitio varias latas de petróleo adquiridas en un almacén próximo al hipódromo. Muchos gritaban: “que se queme como el Longchamps de París”.
Cuando el comisario de Adrogué, don Modesto Benavidez, en compañía de cinco agentes pretendió impedir el atropello, fue demasiado tarde. Dado que las instalaciones de hipódromo eran de madera, el fuego se difundió muy rápidamente y en menos de media hora todo quedó reducido a cenizas.
Un Castillo envuelto en misterio e historias
Se encuentra en el límite de Claypole y Ministro Rivadavia y forma parte del casco histórico de este segundo pueblo. Su estructura es el reflejo de un palacio veneciano del siglo XIII y está emplazado en medio de un extenso parque surcado por caminos, al mejor estilo de los paseos de la época.
Sus galerías intactas, molduras onduladas, ventanales amplios, techos de pizarra, puertas de madera maciza y sus farolas permanecen frente al avance de las construcciones modernas y albergan innumerables y misteriosas historias, que combinan laberintos subterráneos, con visitas secretas de personalidades políticas como fueron Juan Duarte y Juan Domingo Perón.
Obelisco
El obelisco de la ciudad de Longchamps está en la Plaza ubicada entre las calles San Martín, Aviación y Rivadavia, al oeste de la estación. La tradición dicen que debido a la elevada altitud de la localidad del sur, este obelisco, de sólo tres metros de altura, llega a la misma altura sobre el nivel del mar que el que está emplazado en la calle 9 de Julio y Corrientes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La leyenda, que se trasmite de generación en generación, cuenta que si imaginariamente, tendiésemos un hilo de la punta del obelisco de la Capital Federal a la punta del de Longchamps comprobaríamos que está a un mismo nivel.
El edificio castelforte
En Rosales al 1521 de Adrogué hay una de las construcciones más pintorezcas de Almirante Brown: el castillo Castelforte. Es que la mansión, construida en 1874 por el ingeniero italiano José Canale, está inspirada en un palacio bizantino del siglo XIII, de la antigua Villa Castelforte, ciudad donde nació su creador.
Inicialmente, sus túneles conectaban la Iglesia, la Municipalidad, la comisaría y la estación de trenes.
“Teóricamente, los túneles unían el castillo a la iglesia, el palacio Municipal y al hotel La Delicia. El tema es que los túneles sólo se conservaron en el predio de Castelforte, porque en la medida que se fueron loteando los otros terrenos, al no tener mantenimiento, se hundieron y fueron rellenados. ¿Para que servían los túneles? Seguramente como una forma de escape o de resguardo. También se guardaban armas, hay que situarse en aquella época, allá por 1870.
El predio del castillo fue comprado en 1983 por la Asociación Nativos de Almirante Brown y estaba en situación de abandono. Actualmente, se encargan de la conservación del edificio y de reconstruir su historia a partir del museo y las recorridas por el túnel subterráneo que sobrevivió.
La leyenda del niño bajo el arco
En la avenida San Martín se encuentra un “arco” que marca la entrada a la localidad de Rafael Calzada. En este punto, vecinos de Almirante Brown aseguran haber visto a un niño de unos ocho años con una pelota y pantalones cortos, rodeado por un aura extraña, siempre en horas de la noche.
De acuerdo a la leyenda, el niño tiene toda la apariencia de ser un espíritu, ya que quienes lo ven se dan cuenta enseguida de que no es una persona real. Asimismo, todos lo describen como inofensivo y señalan que su carta de presentación es su pelota, ya que primero se topan con ella y luego ven al niño.
A pesar de ser una zona muy transitada, nadie recuerda algún caso de un niño fallecido en algún accidente que pueda asociarse a esta leyenda. Sin embargo, entre los camioneros que pasan por este lugar, el relato es bastante conocido. Si bien los comerciantes y vecinos de la zona aseguraron no tener conocimiento de la leyenda ni recordar algún accidente en el que haya muerto un niño de esa edad en el lugar, el relato del hombre es suficiente para causar escalofríos a quien la escuche.
Severino di giovanni, el anarquista que vivió en Burzaco
El anarquista Severino Di Giovanni encontró en Burzaco su última morada antes de ser detenido, el 30 de enero de 1931 y fusilado el 1º de febrero de ese año, cuando sólo tenía 29 años y la argentina era gobernada por la dictadura de José Félix Uriburu, quien había derrocado a Hipólito Yrigoyen.
Desde su primer choque con la policía, en junio de 1925, cuando panfleteó en un acto de la embajada italiana en el teatro Colón, Severino se declara anarquista y entra en una escalada de violencia y persecución policial, que termina seis años más tarde.
En “El idealista de la violencia”, la biografía de Di Giovanni escrita por Osvaldo Bayer, el autor relata toda la vida del ácrata italiano y también destina una parte de la publicación a su estancia en Burzaco, donde vivió en la quinta Ana María en la que Di Giovanni vivió sus últimos 11 meses junto con Josefina América Scarfó estaba ubicada en la esquina de Belgrano y Figueroa Alcorta, en Burzaco.
Tres días después de su captura, Severino fue ejecutado.