Un bar atendido por mujeres con padecimientos mentales fue inaugurado ayer en el hospital neuropsiquiátrico “José Esteves”, de Temperley, con el objetivo de favorecer la inclusión laboral de las pacientes y propiciar un espacio de encuentro, en el que trabajadores del centro de salud, familiares de pacientes y las propias internas pueden degustar cafés, tortas, pizzas y tartas.
“Tenemos aquí mujeres grandes, pobres, que padecen patología mental, lo que complicaba pensar en su inserción laboral. Sentíamos que no alcanzaba con conseguirle una casa para alquilar, una pensión para que paguen el alquiler, teníamos que generar un espacio para que recuperaran o adquirieran capacidades laborales”, sostuvo María Rosa Riva Roure, directora ejecutiva del centro de salud ubicado en la calle Garibaldi.
Fue así que surgió la idea de un bar, que tiene dos sectores: en uno trabajan cinco mujeres, cuatro de ellas aún internadas en el hospital, y una quinta que ya está externada, que son las que se encargan de atender al público.
Hay otro sector en el que trabajan ocho mujeres que están internadas y se ocupan de elaborar budines, empanadas, pizzas y alfajores para venta al público. El bar atiende de 9 a 13, pero se prevé que con el correr de las semanas pueda ampliarse al turno tarde.
“El bar es la punta de lanza de un montón de emprendimientos que vamos a llevar adelante e incluyen una huerta donde incluiremos trabajadores de la comunidad; un emprendimiento textil y un restaurante abierto a la comunidad”, describió Riva Roure.
La directora ejecutiva de ese hospital exclusivo de mujeres, María Rosa Riva Roure, destacó que se trata de uno de los tantos proyectos que lleva adelante la institución como parte del programa Buenos Aires Sin Manicomios, que puso en marcha el gobierno de Axel Kicillof.
La directora explicó que el hospital Esteves se fundó hace 113 años como una colonia de verano del Moyano, ante la superpoblación de ese neuropsiquiátrico.
“Desde el año 1999 se empezó un programa de rehabilitación y externación asistida de pacientes, acompañadas por un equipo interdisciplinario. Las mujeres salían a vivir a casas de la comunidad, y muchas luego se revinculaban con sus familias o formaban pareja y se iban a vivir a las casas de ellos”, contó, y estimó que más de 150 mujeres pudieron externarse del neuropsiquiátrico.
Equipos de psicólogas, abogadas y acompañantes terapéuticos se ocupaban de trabajar con esas pacientes. “Llegamos al 2020 con una propuesta desde la gestión provincial actual pero con la pandemia estuvimos un poco quietitas porque las pacientes de aquí son de riesgo. Teníamos 620 mujeres, más de la mitad de ellas arriba de los 65 años”, explicó.
“Fue muy lindo ver a familiares de las mujeres reunidos en el bar almorzando una tarta, por ejemplo, algo impensado hasta ahora”, graficó.