“Ese lugar era todo para mí, representa la infancia, adolescencia, ir con mi esposo Marcelo Martín, mis hijos, era todo”, rememoró ante Infobae María Julia Rossignoli, una de las últimas propietarias de la casa que formó parte de la llamada Quinta Rocca, también conocida como casona Rocca, una mansión de estilo Tudor que si bien tuvo un final triste en Burzaco, en el sur del Gran Buenos Aires (GBA), se transformará en una de las sedes de la Universidad Nacional Guillermo Brown.
La construcción centenaria, ubicada sobre la Avenida Espora al 4300, está rodeada por una frondosa arboleda de 13 hectáreas y tuvo su esplendor entre las décadas de 30 y 50 del siglo pasado. Perteneció a la familia Rocca por más de 85 años, María Julia, es hija de María Concepción Rocca, y nieta de Manuel (al que no conoció) y María Luisa.
Con el deterioro, decidieron venderla al municipio de Almirante Brown, en 2007, por 3,5 millones de pesos. Y después de varios años, recién se están dando los primeros pasos para la recuperación y conservar distintas áreas para transformar lo existente en una biblioteca, sede administrativa, entre otras dependencias de esta facultad.
Cerca de la construcción que fuera de la familia Rocca se levantarán nuevas aulas que,en principio demandarían una inversión de más de 220 millones de pesos.
Negocios y origen genovés
Una particularidad en esta historia es que la edificación la llevó adelante María Luisa Rocca, quien había contraído matrimonio con Manuel Rocca, que no eran parientes y sólo portaban el mismo apellido. Pero Manuel, un hombre de negocios, comerciante y vinculado con el mundo financiero no pudo ser parte del proyecto. Si bien lo soñaba, falleció en alta mar cuando viajaba hacia Italia, en 1913, donde lo esperaban María Luisa y su familia, quienes paseaban por ese país.
Charly Rossignoli (hermano de María Julia), sufrió tres entraderas violentas,en las que fue salvajemente golpeado. “Durante mi época jamás tuvimos miedo estando ahí. Después yo ya pensaba solamente en cómo estaba mi hermano, era toda una preocupación”, señaló María Julia.
También estaban los rateros. Una noche desaparecieron los angelitos de la fuente,yotra, vez los dos faroles franceses que había en la escalinata.
Eso motivó a venderla. Charly murió en 2006, el último guardián de los Rocca, y el resto de la familia se puso de acuerdo para deshacerse de la mansión.
El paso a manos públicas
La familia Rossignoli puso a la venta el predio y en 2007, lo adquirió el municipio de Almirante Brown, por medio de aportes del Gobierno nacional y municipales. Luego se destinó el predio a la Universidad Nacional Guillermo Brown para levantar su sede y cedió el terreno en comodato.