Una estación de trenes inconfundible que parece un laberinto de canteros. Un centro comercial que parece estar detenido en el tiempo. Casas bajas, con perros y gatos paseando por sus jardines: Claypole es una de las localidades más antiguas de Almirante Brown y cumple 137 años de historia.
El territorio que hoy conocemos como Claypole, fueron tierras adquiridas por la Congregación Franciscana para poner una granja y proveer de alimentos de huerta al Convento en Buenos Aires. Se conoció a este territorio como “Chacras de San Francisco”.
Plazas, arroyos, canchitas de fútbol, barrios que se pierden por calles angostas que terminan en veredas. El 15 de abril de 1884 llegó por primera vez el tren a vapor a la estación de Claypole, es por ello que se celebra su aniversario.
Pedro Carlos Claypole fue el encargado de la construcción y diseño de la estación de trenes. El tren llegaba con harina y leña para la antigua panadería. Por tren se mandaban las jaulas con pollos, gallinas, canastos con flores, carros de los tambos con la leche de la mañana y por la tarde regresaban los tarros vacíos.
Entre los primeros pobladores encontramos a las familias Lacaze, Illodo, Habbel, de la Cruz, Obligado, Contreras, Pardiñas, Espósito. La primera escuela comenzó a funcionar en 1906 en la casa de la señora Hebbel, con el nombre de “Escuela Ejército de los Andes”, (hoy EGB N° 10).
Viejo Gaucho, el Cottolengo Don Orione y el complejo habitaciónal, la Sociedad de Fomento y la Escuela y Colonia Agrícola e Industrial del patronato de la Infancia. Son muchos los puntos que forman parte de la identidad de Claypole, tan propia y característica del lugar.