Desde muy chica se despertó en Julieta Crivelli el amor por la cocina gracias a ese amor eterno que los niños suelen construir con sus abuelos y abuelas: “Mi abuela Lili hacía las comidas más ricas del mundo. Ella me regaló mi primera batidora, cuando a mis 15 años empecé a estudiar cocina con la profesora Graciela Martínez”, le cuenta Julieta a Brown Online.
Se crió en una casa sencilla de José Mármol, junto con su mamá y sus cuatro hermanos, uno de ellos se llama Federico y es el arquero de Temperley. Julieta es, entonces, además de una excelsa pastelera, la hermana de Superman. Ambos, se sabe ahora, son hábiles con las manos.
En sus años adolescentes Julieta tejía sus sueños entre dos pasiones, la repostería y la arquitectura. La primera la tenía de ensayo en ensayo, de una olla a la otra, de un batidor al otro. La segunda la llevó a la UBA para estudiar la carrera y dejar a falta de un año. Lo suyo era, supo entonces, un amor a corazón completo con la pastelería.
Trabajó en estudios de arquitectura, empresas de informática y de decoración, sin alejarse jamás de la pastelería aunque fuera en cumpleaños y en fiestas con amigas, parientes y amigos, donde dejaba su marca.
Tanto fue el cántaro a la fuente que en 2016 se decidió a impulsar su propio emprendimiento: “Julieta Crivelli Pastelería Artesanal” al que define como “una buena experiencia en la que logré aprender y fidelizar una base de clientes, pero por diferentes motivos tuve que cerrar luego de un tiempo”. En 2018 volvió a intentarlo con “Rock and Cakes”, sumando a la propuesta tortas decoradas, pero una mudanza, una cocina pequeña y la dificultad para combinarlo con la vida familiar frustraron ese nuevo intento.
En 2019 un problema de salud (le detectaron cáncer de tiroides) la obligó a una intervención quirúrgica. Un posterior tratamiento con 15 días de aislamiento le movió la estantería y todo lo que había en ella: “Sentí que era el tiempo de enfocarme en los afectos y en los sueños”, dice. Así nació “Enjoy Cookies”, con la idea inicial de hacer galletitas decoradas de diferentes tipos: “Era lo único que podía hacer por las dimensiones de mi cocina”, cuenta.
A finales de ese primer año el emprendimiento empezó a dar sus frutos y con ayuda de su familia pudo comprar un horno deshidratador y otros insumos. En febrero de este año ya estaba hecho el logo y desde principios de marzo la propuesta se extendió más allá de los amigos y el boca a boca mediante las redes sociales.
Renacer en plena pandemia
A Julieta la pandemia le sentó bien. Su trabajo como empleada de una gestoría se congeló por completo durante un tiempo y “tuve de repente tiempo para enfocarme en mi emprendimiento, en profundizar mi formación mediante cursos online y en mi familia”.
“Durante la cuarentena los clientes me pedían pastelería típica que había hecho durante años : lemon pie, brownie, cheesecake, alfajorcitos, budines y también me pedían que armara propuestas para enviar de regalo. La verdad es que todas las opciones tenían demanda y aceptación, pero hubo una que terminó siendo furor entre mis clientes y seguidores: los desayunos”, cuenta.
“Justo los desayunos, la propuesta que nucleaba a mis sueños de pastelera y a mis afectos. Mi mamá pintaba las tarjetas a mano, mi novio me ayudaba con las compras, contestando los mensajes y con las fotos, y mis suegros me cedieron su quincho para poder trabajar cómoda y tener todo lo necesario. Ahí pude armar mi mundo: mi mate, mi tele y mi radio, ¡un verdadero paraíso laboral!”.
Para el Día del padre fue tanta la demanda que tuvo Enjoy Cookies Adrogué que Julieta pudo comprar un freezer y ahora prepara propuestas para el Día de la Madre para poder sumar una nueva batidora con más capacidad y una mesada de acero inoxidable, elementos necesarios para seguir a paso firme en este camino de la pastelería artesanal hecha con el amor propio y, también, con el amor de las abuelas.
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