Primero deshojó su incertidumbre en un hotel alojamiento de Burzaco, donde esperó por tres días el resultado, y más tarde en el nuevo edificio del Instituto Superior de Formación Docente Nº41 de Adrogué donde estuvo completamente aislado durante otros 14 días: sin contacto alguno con el exterior, sin familia ni amigos, sin poder trabajar. La que sigue es la historia de un vecino de Longchamps recuperado de coronavirus.
Brown OnLine mantuvo una larga conversación con èl para saber cómo fue ese proceso y cuáles son las enseñanzas que le dejó. “Yo soy el que lleva el pan a la mesa de mi casa, eso es lo que más me desesperaba. No tenía forma de hacerle llegar dinero a mi familia para que pasen esos 14 días. Así que con la ayuda de vecinos lo pude hacer. Muchos conocidos también se solidarizaron“, agradece el vecino que prefiere dejar su nombre en reserva.
“La conclusión de esta experiencia es que es importante preocuparse por el otro. Hay mucha gente que piensa desde el individualismo, que piensa en “yo, yo y yo”. A mí lo que me llevó a hacerme el hisopado no fue solamente el sentirme mal sino el saber que podía llegar a contagiar a otra persona y que si el virus se activa en su cuerpo uno no sabe si puede sortearlo sin complicaciones. Hay gente que se está muriendo. Esto es lo que más me marcó. Vos por ahí te sentías bien pero si no avisás, si no te cuidás se lo podés pasar a cualquier persona. Hay que pensar en el otro”.
Los síntomas
“Empecé con dolores de cabeza diferente a los de siempre. Era molesto, no intenso, molesto, como estar engripado pero sin mucosidad“, cuenta. “Estuve expuesto por temas laborales y sabía que era muy probable contagiarme. Uno se siente culpable porque empieza a pensar “qué hice mal, en qué no me cuidé”. Yo por suerte no llegué a la instancia de estar internado con suero, con plasma”, afirma quien prefiere no dar su nombre y apellido.
“Un lunes empecé a sentir esos dolores de cabeza y el miércoles me hice el hisopado. Me pusieron el traje con todos los elementos de higiene por protocolo y me realizaron unas preguntas previas, como si podés aislarte en tu casa en caso de ser positivo, que eso significa tener una habitación aparte, un baño aparte en donde no tenés contacto con nadie de tu familia. Yo comparto la casa con toda mi familia”.
Para esperar el resultado, el joven fue trasladado del CAPS de Los Álamos a un albergue transitorio en el Parque Industrial de Burzaco. Allí estuvo tres días aislado esperando el resultado. “Los enfermeros te pasan las cosas por las puertas y en horarios específicos. Te llaman por teléfono a la habitación para saber cómo estás, si necesitas algo. Y ahí aproveché para sacarme las dudas: si mis familiares me podían traer comida o elementos de higiene, cómo era que funcionaban esos temas. En el hotel me dieron las cuatro comidas que son como las típicas viandas de hospital.”
La cuarentena en el ISFD 41
Al conocer su positividad, fue trasladado al centro de aislamiento que se montó en el Instituto de Formación Docente N°41, en el barrio Vattuone, de Burzaco. “Cuando salí de la habitación del hotel de Burzaco me estaba esperando la ambulancia con la puerta abierta, nadie me acompañó, me dijeron “subí”. En el momento te hace sentir mal porque te acabás de enterar que sos positivo y estás con muchas confusiones y sentimientos encontrados. Lo mismo pasó para bajarme en el centro de aislamiento. En el piso están marcados carriles que son líneas amarillas, negros y rojas que es donde podes caminar.”
Una vez allí, se encontró con otras historias: casos positivos como el suyo. “De dónde venís, cuántos días tenes o cuántos días vasson las primeras preguntas que te hacen los compañeros de habitación. No importaba cuántos días tenías de aislamiento en otros lugares, ya sea hospital u hotel, una vez que llegás al 41 tenías que cumplir catorce días de aislamiento ahí obligatorios, a menos que surja algo”, explica el vecino de Longchamps.
“Es como estar internado pero como no es de gravedad y vos te sentís bien, querés hacer algo. Jugábamos al truco, le buscábamos la vuelta. Veíamos películas, veíamos el partido del torneo europeo. Tuve la posibilidad de que mi familia me acerque un parlante para escuchar música“.
El compañerismo entre los pacientes es la salida para pasar los días. “Tuvimos un compañero chino que vive en Glew. Cuando se comunicaban de la Secretaría de Salud le costaba mucho entender el idioma, entonces nosotros tratamos de traducirle para que pudiera entender.”
Lo mismo pasó con otro compañero que era muy joven y no entendía mucho lo que le estaba pasando. “Hay gente que dentro del aislamiento está muy perdida, personas que no tienen celular y no tienen forma de avisar a sus familiares. Tratamos de darnos una mano entre los compañeros de habitación, de explicarnos si no entendíamos algo”.