En la previa al partido que definirá el campeón del mundial de fútbol a nivel selecciones en Qatar 2022 y dirá quién lo será hasta 2026, recordamos el paso de Guillermo Brown por tierras francesas, en momentos en que el más argentino de los irlandeses cayó detenido y logró luego escaparse de la prisión, para, años más tarde, convertirse en un héroe de la lucha por la Soberanía nacional.
Guillermo Brown nació para el mar. Navegó por las aguas del Océano Atlántico hasta ser un descollante marino. Fue en 1796 cuando fue apresado por un buque inglés y obligado a prestar allí servicios que adquirió su matrícula de capitán. Esa nave inglesa fue luego apresada por un navío francés y Brown fue conducido a Francia como prisionero de guerra.
Brown en Francia: prisión y fuga
A poco de llegar, una epidemia de fiebre amarilla lo dejó huérfano y hambriento. Pero un marino que lo vio en ese estado lo embarcó en su buque como grumete, un ayudante de marinero. Su tenacidad y afán de progreso permitió que en pocos años llegara a capitán y comandara una nave mercante que terminó apresada por una fragata inglesa.
Al mismo tiempo, ese barco cayó en manos de los franceses, que luchaban con Gran Bretaña, y Brown fue conducido a la ya desaparecida prisión de la ciudad francesa de Metz. Intentó huir y se lo envió cargado de cadenas a la sórdida cárcel de Verdun, donde luego de casi seis años de encierro protagonizó una fuga novelesca.
En 1804 pisó Inglaterra, y a partir de ese entonces no hay más que conjeturas sobre sus actividades hasta llegar a Buenos Aires. Después cruzó a Chile, donde armó una pequeña flotilla mercante. Más tarde, la decisión del gobierno de las Provincias Unidas de tomar definitivamente esa plaza determinó la necesidad de crear una escuadra y entre los posibles comandantes surgió el nombre de Brown.
Al ser elegido, puso su talento natural para la guerra en el mar: oficiales y marineros de distintas nacionalidades se unieron a los pocos argentinos aptos para servir en la flota. Pero fue en un contundente golpe que se produjo la caída de la plaza y sus fuerzas terrestres. Brown cayó herido pero no dejó de impartir las órdenes que llevaron a la victoria.
Los buques argentinos tomaron presas frente a las temibles fortalezas del Callao e hicieron tremolar su pabellón Guayaquil, donde Brown fue tomado prisionero, otra vez, y liberado por sus compañeros. Cuando regresó fue acusado de haber zarpado sin autorización del gobierno, volviendo al mar sin provisiones ni recursos, en una odisea digna de un film de aventuras.