En las horas más crudas de vida de Eva María Duarte, cuando enfermó y necesitó de asistencia médica las 24 horas del día, quien estuvo a su lado fue María Eugenia Álvarez, una enfermera nacida en Longchamps que con tan sólo 23 años acompañó en el estado más crítico a una de las figuras políticas más importantes del país.
Por pedido de Evita, Álvarez entre 1951 y 1955 fue la Regente de la Escuela de Enfermeras “7 de mayo” de la Fundación Eva Perón, en donde formó a más de 900 enfermeras de todo el país.
A María Eugenia se le debe la organización de los tres pabellones del Internado que la Escuela de Enfermeras tenía en Ezeiza, la regularización del plan de estudios de tres años que fue presentado y aprobado por el Dr. Carrillo, y la organización de la sede central en la calle Callao. Toda esa labor la realizaba en paralelo al cuidado de Evita.
El gobierno de facto de 1955 desplazó a la señora Álvarez de su cargo. Transitó los años de su vida con un bajo perfil, fue convocada a hablar y decidió callar. Tuvo que soportar, como tantos otros argentinos, que denostaran a Evita, a Perón y a su acción de gobierno.
Sin embargo, desde el silencio cotidiano continuó levantando la máxima de Evita: “Servir a otros es nuestro destino y nuestra vocación”.
Un 26 de julio de 1952, con apenas 33 años de edad, Evita fallecía dejando un legado de entrega con los más humildes y de lucha por los derechos políticos de las mujeres y trabajadoras.
El 23 de junio del 2020, para combatir la pandemia de Covid-19, se inauguró en Longchamps, junto a la Unidad de Pronta Atención (UPA) el nuevo hospital modular “María Eugenia Álvarez”, en honor a la destacada enfermera.