El fotoperiodismo cobra su función más identitaria allí donde los ojos de las mayorías no están. En muchos acontecimientos históricos, un registro fotográfico significó revelar una verdad ante quienes pretenden tergiversarla. Algo sobre esto saben los fotógrafos Sergio Kowalewski y “Pepe” Mateos, quienes el 26 de junio de 2002 en la estación Avellaneda registraron cómo efectivos policiales atacaban a Dario Santillán y Maximiliano Kosteki, trabajadores desocupados que se manifestaban al calor de una crisis política y social sin trascendencia para la Argentina.
La represión, que pasó a la historia como “La masacre de Avellaneda”, quedó registrada por los lentes de las cámaras fotográficas que cubrían el hall de la estación del Tren Roca Avellaneda, que cambió su nombre en homenaje a los jóvenes asesinados.
El 26 de junio de 2002 se montó un operativo policial para impedir el corte del Puente Pueyrredón por parte de las organizaciones de desocupados que marchaban y en ese marco los policías asesinaron a Kosteki y Santillán.
En los últimos avances que tuvo la causa que investiga la responsabilidad política de sus muertes, declararon autores de documentales periodísticos. Por los asesinatos de Kosteki y Santillán están condenados a prisión perpetua los ex policías bonaerenses Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta.