Se puede decir que José Manuel “Lacho” Palacios respira cuando se sumerge. Es que en la natación este hombre de voz sonora, espigado, de figura estilizada y manos vigorosas, encontró su salvoconducto una vez que volvió de la Guerra de Malvinas, adonde fue por voluntad propia tras finalizar el servicio militar obligatorio.
Aquel joven de 19 años es hoy este hombre de hablar pausado que responde en la sala del Museo “Malvinas, soberanía y memoria”, (Obispo Colombres 1710, de Adrogué), donde explicará que Malvinas es algo más que Malvinas y las islas que la rodean; es la soberanía de los mares y del suelo; de los recursos naturales, de la cultura, de la ubicación geográfica, de la geopolítica.
“Mi viejo quería que yo hiciera la colimba. Yo la pasé bien, era un ejercicio para mí. O me lo tomaba de una forma que no me asustaba, no me ponía mal. Soy clase 62 y pasamos todo un año de convivir con los oficiales que terminamos siendo amigos”, cuenta.
“Hay que mantener vigente la idea de malvinizar. Acá estamos con el Museo dándole un empujón tremendo a la malvinización. Tenemos el Instituto de Formación Docente que se inauguró después de la pandemia, al igual que el Museo Malvinas, Soberanía y Memoria”, presenta Lacho. Y va a la idea crucial de los veteranos de Almirante Brown: “Queremos plantar la semilla en los que van a enseñar, en los futuros maestros y en los futuros profesores, ya sea matemáticas, geografía. Ya darle un tinte de Malvinas. Cosa que ellos, cuando enseñen, lo hagan con el pensamiento de Malvinas”, se ilusiona Palacios. “El Observatorio Malvinas de la Universidad de Lanús tiene en este lugar un buen apoyo. Desde ahí también va a haber profesores que enseñen, para cambiar la idea de la guerra por una gesta heroica”.
“Esto fue un reclamo al mundo de nuestra soberanía, y como siempre decimos, las Malvinas son Argentinas. Tuve el orgullo de ver flamear la bandera Argentina ahí”.
“Seguimos luchando por nuestros derechos, por los derechos de los familiares, por los derechos de Soberanía. Pasaron cuarenta años y ahora queremos darle clases a los profesores sobre Malvinas para que lo trasmitan a las futuras generaciones”.
Por detrás de los lentes, los ojos de José Manuel dicen tanto como sus palabras, que desgrana de forma lenta, pausada. “Tuvimos una dictadura de lo peor. Es feo ir a una guerra, no reivindicamos la guerra para nada. No reivindicamos que haya una guerra hoy en día. Pero la soberanía está por sobre todo. Todo lo que nos están robando, vienen a sacarnos nuestras riquezas y no estamos haciendo nada”, dice José Manuel respecto de las riquezas marítimas argentinas, saqueadas por empresas extranjeras de nuestro mares y lo dice también por el río Paraná y el conflicto de la hidrovía.
Las acciones de los ex combatientes
El Centro de Ex Combatientes Puerto Argentino de Almirante Brown lleva adelante una lucha tenaz contra la desmemoria. Lo hace y lo hizo de mil formas, con reivindicaciones históricas por ejemplo. “Tenemos en el cementerio de Calzada un panteón que es para los restos de los veteranos de Guerra, que los familiares que quieran lo puedan poner en ese lugar. Los que fueron falleciendo, optaron los familiares ponerlos allí”. Llamaron a los familiares y los trasladaron a este panteón, con un acto de Guardia de Honor hecho por ellos mismos.
“Hace poco tuvimos el primer encuentro de familiares fallecidos en la post guerra acá en el Museo. Queremos que el familiar venga, vea el museo, vea que tenemos un muro de los caídos, tenemos la placa que perteneció a Mario Gustavo Rodríguez. Y también que graben el nombre del familiar, el veterano que falleció, y lo pongamos en un tótem”, se extiende. “En la Universidad de Lanús se colocaron varios tótems con durmientes ferroviarios que se están usando para colocar los nombres. Allí están los 632 caídos en combate. Y acá en el Museo se colocarán los caídos de Partido, que ya son 45″.
Y no es todo: otro homenaje más de los que se van a hacer será el 10 de junio. “Se hará un acto en el Museo, celebrando el cumpleaños de la sede y se va a descubrir el tótem con los nombres de los fallecidos en la post guerra. Se conmemora también el Día de la Reafirmación de los Derechos de la Soberanía sobre las islas Malvinas, islas Georgias, islas Sandwich del Sur, sector Antártico y de nuestra Pampa Azul”, adelanta.
El horror de la vuelta
El regreso de la guerra determinó, para la mayoría, otra guerra. “Los primeros años fueron muy duros. Cuando volvimos nos decían que no podíamos hablar porque era secreto de estado. Vinimos y estuvimos una semana en Campo de Mayo, sin poder ver a nuestros familiares. Decían que estábamos medios loquitos. Ibas a un lugar y ya te miraban extraño. No se conseguía trabajo”.
“Volví con las manos todas lastimadas. Mis viejos me llevaron al médico y al decirle que había estado en la guerra me dijo que era nervioso, que me buscara una actividad física, algo, para poder salir de esto y sobrellevarlo. Ahí empecé a nadar”, narra “Lacho”.
Abandonados por el estado, los veteranos debieron extender su supervivencia. Como en las islas, pero acá. “No teníamos un lugar. Tuvimos muchos suicidios de muchos compañeros. No dormir, estar alertas todo el tiempo. Había que pedirle a los gobernantes nuestros derechos, una pensión digna, una atención de salud digna”, dice Palacios respecto del reclamo que llevaron personalmente a a PAMI para que la obra social cubriera la totalidad de todos los tratamientos, beneficio otorgado en 2004 mediante un decreto de Néstor Kirchner.
“No hubo una contención psicológica bien hecha en su momento. Tuvimos que hacernos un estudio para determinar el grado de discapacidad que tenemos. Kirchner hizo un censo en su momento y nos dio un sueldo acorde a lo que podía ser un sueldo de un cabo”, reconoce Palacios.
“Los familiares estuvieron de acuerdo con la iniciativa de los plotters en los colectivos. En las líneas 500 que recorren Almirante Brown se pusieron las fotos de los cinco caídos: Ignacio María Indino, Macedonio Rodríguez, Mario Gustavo Rodríguez, Omar Chaile y Ramón Aldo Moreno”, cuenta.