La historia de Seba Galleguillo nos conmovió: el joven nadador de 18 años que se preparaba para competir en los Juegos Olímpicos y tras la imposibilidad de entrenarse por la pandemia su madre Marta y el marido de ella Edmundo le construyeron una pileta con chapas, plásticos y una caldera a leña en el fondo de su casa.
La natación fue una terapia para el desarrollo cognitivo de Seba desde los 12 años, contó su mamá, cuando una médica lo mandó a tirarse a la pileta. Y potenció también su taleto para la competencia. Su historia inundó las redes y llegó a oídos de un fabricante de piletas de fibra de vidrio.
“Me largué a llorar y dije: A este pibe hay que ayudarlo“, explicó Sebastián Oviedo, dueño de la empresa de piletas Placer Urbano, ubicada en General Rodríguez. Y fue así como este domingo a la tarde, después de que Seba entrenara en su “pileta casera” de chapas, palos y bolsas, el regalo llegó a su casa.
“Hola Marta, estuve todo el día intentando contactarte. Mirá, mi novio tiene una fábrica de piletas y queremos regalarle una para que Seba pueda entrenar con sus compañeros pero te hablo yo porque él está llorando”, explicó emocionada Justina, la novia del dueño de Placer Urbano.
La piscina tiene 12 metros de largo, 3,40 de ancho y 1,60 de profundidad, lo que le permitirá a Seba seguir entrenándose de cara a las Sordolimpiadas de Brasil 2021.
“Cuando la bajamos teníamos una emoción, una energía. Es como un resplandor. Me llenó de luz y energía. Me dio más ganas de seguir haciendo lo que hago. Como me ayudó, espero por que lo puedan usar mis compañeros“, dijo el joven deportista en una entrevista conInfobae.
Sus amigos lo ayudaron para transladar la pileta y hacer el pozo, y Seba también ayudó. Una historia que emociona y apela al compañerismo y a la solidaridad entre los que necesitan una mano y los que pueden darla en estos tiempos difíciles.