Texto y fotos: Agustina Ancales
Desde famosos en las redes sociales hasta nuestros amigos y familiares parecen sufrir el síndrome de “hago hoy lo que no hice ayer”. De ahí que haya repentinos postulantes para ser escritores, pintores, músicos y artesanos.
Por eso la pregunta obligada es, ¿por qué ahora y por qué hoy? ¿Qué nos prohibía antes de hacer lo que quisiéramos? ¿El tiempo? ¿O a caso ya hay tantos domingos que no podemos diferenciar el tiempo que tenemos establecido como ocio? ¿Por qué usábamos el domingo como un despilfarro de energía que llenamos de quehaceres? Pobre domingo.
En Internet, las notas más leídas son esas que te apuran como si algo se te estuviese escapando de las manos, “Diez actividades para realizar con tus hijos durante la cuarentena”. ¿Uno realmente debe leer una nota de diez tips para relacionarse con un hijo?. “Cómo aprovechar la cuarentena y empezar una rutina de ejercicios en casa” y otras del estilo. Yo nunca fui al gimnasio, pero la leí. Quien va al gimnasio rutinariamente no le hace falta leer una nota escrita por un don nadie.
Aquí nos vamos a enfocar en el “hacé o fracasas”. La relación entre hacer algo porque antes no tenías el tiempo y hacer algo porque debes conformar al señor cuarentena con tu mayor uso de las agujas del reloj es muy fina pero muy clara también. ¿Cuál es la propuesta cuando nos piden que sonriamos, que comamos sano, que nos ejercitemos y que miremos todas esas películas y series que nunca habíamos visto como si no hubiese un mañana? La respuesta es clara: demostrar que somos productivos.
Hablo de ser más productivos no por el hecho de generar algún tipo de beneficio económico -aunque en algunos casos sí- sino este aspecto de la productividad que nos hace sentir beneficiosos a la hora de contribuir a la sociedad: hago esto para ser mejor persona. Lo que lleva a pensar que en ningún aspecto nos hace mejores personas replicar los proyectos que tienen otros con sentimientos y estatus sociales diferentes, y que por el contrario nos perjudica de forma anímica.
En cuarentena, publicar todo el tiempo en nuestras redes sociales, vivir como si no hubiese un mañana opaca asimilar lo que a veces realmente nos ocurre, sentirse como uno se siente, extrañar o aburrirse. Indudablemente si mostramos que somos productivos, felices y no nos falta nada cuando hay algo que no esta, ¿A quién queremos satisfacer realmente? Dudo que, con mentiras y disfraces, sea a nosotros mismos.
Nos piden que todo lo absorbamos con un sorbete, toda esa cultura y esa forma de vida que a veces de tan helada nos congela el cerebro y nos convierte por arte de magia en otras personas, que consumamos, mostremos lo que consumimos y cómo lo estamos consumiendo, que luzcamos vanguardistas y grandes cocineros ¿Seremos lo mismo cuando termine el periodo de aislamiento social, preventivo y obligatorio? ¿O vamos a volver a ponernos el traje de todos los días?