Los carnavales son la cuna de la expresión cultural de alegría, memoria y festividad. Pero, cómo fue cambiando a lo largo de la historia, con idas y vueltas, con altas y bajas, para estar hoy brillando en cada localidad, en cada pueblo, en cada ciudad de nuestro país.
Todo comenzó en 1920 cuando los inmigrantes europeos, africanos y asiáticos representaban el 40 por ciento de la población argentina. Esos inmigrantes llegaron nuestro país con algo más que sus valijas: trajeron sus sueños y sus costumbres que comenzaron a fundirse con la cultura de nuestro país.
Una de esas costumbres fue el carnaval, una celebración pagana de tres días que tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana donde los cristianos se dedican a recordar la estancia de Jesús en el desierto y deben para eso realizar ciertos sacrificios. Es por eso que los de carnaval sirven como una preparación, de celebración a lo grande, en lo que casi todo estaba permitido.
Estas costumbres de los inmigrantes comenzaron a entrelazarse con las de nuestra población originaria, armando así murgas y comparsas que representaban distintas etnias y generaban que los carnavales tuviesen una diversidad cultural nunca antes vista, instrumentos caseros, cantos con letras pícaras de reclamo y de fiesta, danzas que mezclaban las exhibiciones militares y el candombe, disfraces hechos en casa, antifaces y pintura ¡mucha pintura!
Pero no todo fue color de rosas para esta fiesta. A partir del año 1976, la dictadura militar quitó del calendario de feriados los días de carnaval y, aunque los corsos estuvieron en pie hasta el 81, el blindaje de expresión, el control de las letras de las canciones y el hecho de que sean jornadas laborables logró la desaparición de esta festividad.
En 2010 y gracias a muchas movilizaciones que realizaban las murgas y comparsas, el gobierno de la por entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner reestrableció por ley los feriados de Carnaval. Desde entonces febrero volvió a llevar el tinte carnavalesco en cada barrio mostrando la libertad de expresión como eje cultural de nuestro país.
Comentarios 1