Muchas familias conservan la costumbre de armar cada 8 de diciembre el arbolito de Navidad, una actividad que representa un momento de unión. Esta tradición nos tiene a los brownianos entusiasmados por ultimar detalles y asegurarnos que no nos falte ningún adorno navideño: estrella, esferas, lazos, luces, guirnaldas.
Pero, ¿cómo nació está costumbre? Hay varias leyendas y ninguna parece tener la verdad absoluta. Lo único claro es que se debió a una decisión del Papa Pío IX. En la Argentina, este entusiasmo nació cuando el hijo bastardo del rey de Inglaterra, Michael Hines, que integraba las tropas armadas que llegaron a Buenos Aires cayó herido y fue curado por un comerciante que luego le dio trabajo.
Con los años, Hines formó una familia y en diciembre de 1828 decidió adaptar a la tradición cristiana del pesebre: luego adornó y llenó de regalos un árbol en el patio de su casa frente a la Manzana de la Luces, en la Ciudad de Buenos Aires.
Desde entonces, las casas argentinas se bañan de adornos navideños, creando así una ocasión de reunión. Estos días son ideales para chequear que no te falten adornos, pero si tenés que arrancar de cero, tené en cuenta que los precios varían según el tamaño del árbol y la calidad y cantidad de adornos.