Maia Primozic vive en José Mármol, tiene 12 años y hace 7 se enamoró del patinaje artístico; el deporte que comenzó siendo solo un hobbie y que terminó despertando en ella una pasión que no entiende de razón. Dio sus primeros saltos en un club de barrio, muy cerca de su casa, pero su profesora dejó de dar clases y ella debió buscar otro espacio. Ahí conoció el Club Bartolomé Mitre de José Mármol: el lugar que de a poco se volvió su segunda casa, pues entrena de lunes a sábados.
La joven de Mármol se consagró subcampeona en 2022. Y este año en una categoría más avanzada le espera otra competición nacional en la que volverá a ir por todo. Será en octubre en Neuquén, donde se disputa la Copa González Molina, el trofeo que la patinadora podría traerse para Almirante Brown.
“Yo siempre le digo que dé lo mejor: el resultado depende de un jurado, no es una obligación salir campeona. Solo hay que ir y dejar todo en la pista. Sabe que tiene nuestro acompañamiento y unos excelentes profesores que valoran lo disciplinada que es“, cuenta Emiliano, padre de Maia en diálogo con Brown Online.
“Estoy entrenando muy duro para ir a Neuquén a dar lo mejor de mi para quedar entre las 10 mejores. Es difícil porque que al subir de categoría los entrenamientos y las técnicas se ponen más complicadas, y por eso hay que entrenar mucho”.
Subida en la pasión pero teniendo muy presente el esfuerzo que hace su familia para poder costear el viaje hasta el sur y estar allí toda la semana que dure el torneo, Maia con su corta edad se las ingenió con un hilo y una aguja para estar aún más cerca de su propio objetivo: “Aprendí a coser a las 5 años, a mano. Encontraba telas y las cosía porque quería hacer algo o porque se me rompía alguna ropa. Después mi abuela vio lo mucho que me gustaba coser y me terminó regalando una máquina con la que hoy en día hago colitas para vender y juntar plata para la competencia”, cuenta Maia.