“Parirás con dolor”. A ese equívoco apotegma le respondió hace casi cuatro milenios la rebeldía de Agnódice, esa mujer que en la antigua Grecia luchó contra las injusticias hacia la salud del sexo femenino, logró estudiar medicina en Alejandría -vestida de varón, claro- y volvió a Atenas para ayudar a muchas mujeres a parir. A pesar de eso, al día de hoy, casi 4000 años después, siguen existiendo distintos tipos de violencia contra las mujeres en la previa del parto, durante el mismo y una vez que ocurre el alumbramiento. Y aunque suene a ironía, todas esas violencias son llevadas adelante por profesionales de la salud.
A causa de eso es que durante mayo se conmemora la Semana del Parto Respetado, una iniciativa que tiene como objetivo visibilizar los derechos de las familias y, sobre todo de quien gesta, pero también las responsabilidades que hay -o debería haber- en los equipos de salud. Por eso, la palabra de Lucia Sarmiento, licenciada obstétrica y vecina de Adrogué, trae algunas reflexiones.
“Para hablar de parto respetado se debe comenzar, en principio, por pensar en el respeto, en la consideración y en la valorización hacia quien gesta. Porque frente a nosotros tenemos una persona que no es un útero y nada más. Antes de desarrollar un embarazo le pasaron mil cosas, y en el momento que transita el embarazo le están pasando tantas otras”, explica Lucia Sarmiento, licenciada obstétrica y trabajadora del Centro de Salud ‘El Encuentro’ de Adrogué en diálogo con Brown Online.
Cuando no de forma directa -poniendo el procedimiento por encima de la paciente, por caso- muchas mujeres sufren otro tipo de violencia aceptada por parte de profesionales del sistema de salud: la prescripción de medicamentos sin explicación específica sobre su funcionamiento y menos aún sobre sus consecuencias.
“Seguiremos siendo conejillas de Indias mientras no nos conozcamos y mientras sigámonos poniendo bajo su mandato y aceptando sus prescripciones sin exigir toda la información segura que necesitamos para sanarnos. Necesitamos a la ciencia, pero nosotras tenemos el poder de curarnos partiendo por conocernos, para no entregarnos como materia lista para la experimentación y dispuesta a malos tratos”, dice Pabla Pérez Martín en su libro “Manual introductorio a la ginecología natural”.
La profesional, que lleva una larga trayectoria laboral desde la cual aborda de manera integral el camino que realizan las madres y los padres durante esta etapa, cree que es de suma importancia el rol de la persona que acompaña a quien se prepara para dar a luz. “A su copiloto, su cogestante también le pasan un montón de cosas. Lo único que éste no tiene es útero, pero todo lo demás del embarazo sí. El respeto también es valorizar todo lo que pasa en una pareja, familia o madre sola”, afirma Lucia.
La Ley de Parto Respetado N.º25.929, sancionada en 2004 y reglamentada recién en 2015, plantea que es un derecho elegir a quien acompañará durante el trabajo de parto y el postparto. También respalda la posición en la que se quiere dar a luz y habla sobre respetar los tiempos biológicos y psicológicos evitando prácticas invasivas y suministro de medicación sin justificación.
“La ley hace peso en que la mamá tiene que tener toda la información necesaria. Pero yo además hago hincapié en que se debe garantizar para ella una clínica obstétrica establecida, donde los equipos sean multidisciplinarios, y donde quien está asesorando esté muy preparada, porque toda la palabra que nosotros digamos de este lado que somos los que sabemos, va a llegar muy profundamente. Hay que evaluar y mirar bien a los padres porque están atravesando asuntos que quizá ni sabemos”, dice Sarmiento.
No es fácil olvidar que la ginecología tiene en el estadounidense James Marion Sims a una de sus más importantes figuras. Tampoco debería dejarse de lado que Sims es cuestionado por su falta de ética: esclavizó a mujeres para sus experimentos, las operó reiteradas veces sin anestesia, las usó como si no fuesen humanas. Y lo hizo en nombre de la ciencia.
La profesional de Adrogué agrega una cuestión que hoy cobra más importancia y observación: “El respeto es algo que debe ser en general como lo debería ser también la elección del tipo de parto. Que la persona elija siempre que no haya un inconveniente biológico. Se habla de ‘cuál tipo de parto es el mejor’ cuando cada uno es propio y único. No existe el parto ‘normal’, sino que hay partos vaginales y cesáreas. Esto da cuenta de la desmitificación de las palabras”, explica la profesional.
Con respecto a los profesionales, Sarmiento dice que “desde que se decide acompañar un embarazo y luego un parto, es una muy buena oportunidad para escuchar. No podemos tener esta miopía auditiva que a veces hace que nos perdamos cosas muy necesarias que pueden influir en todo el proceso”.