El camino de Claypole en los siete partidos que duró el campeonato de la Primera D reanudado tras la pandemia de coronavirus mostraron al equipo de Roque Drago en un nivel tal que le permitió ser el mejor en su zona y llegar envalentonado a la final contra Liniers, a quien le ganó 1 a 0 con justicia y con un penal de Emanuel Díaz a dos minutos del final del partido.
El conjunto mostró, en la final, las mismas cualidades que a lo largo del campeonato: sacrificio para recuperar la pelota, orden para salir jugando y para llegar al arco rival, entrega para no dar por perdida ninguna pelota y personalidad para exigir al máximo al rival.
Enfrente tuvo a un equipo que salió a especular con la ventaja deportiva que lo consagraba con el empate. Liniers no fue ninguna Topadora. Literalmente, se escondió abajo de la cama en su propia casa. Se ocupó más de hacer tiempo, de frenar el juego, de fastidiar y de golpear -a los 30 minutos tenía dos amonestados- que de jugar el partido, ante un Claypole que jamás renunció al juego para llegar al gol ni se desesperó, ni se puso nervioso, ni golpeó. Liniers no merecía ni siquiera el empate, por haber renunciado al juego y por no darse cuenta de que estaba jugando una final.
Nunca abandonó el equipo de Roque Drago las banderas que lo llevaron hasta donde llegó y ese convencimiento lo llevó a lograr el ascenso: jugó con esperanza en el triunfo, metió y corrió y nunca abandonó el sueño ante un equipo que jamás lo complicó.
Tal vez por eso cueste encontrar una sola y única figura. El Mágico Campana apareció cuando la situación lo demandó. Emanuel Díaz, por supuesto: gol y sacrificio. “Tenía fe y sabía que lo iba a hacer”, dijo Díaz respecto del penal. “Claridad de juego, cualidades en defensa y ataque y personalidad”, dijo Emanuel sobre las cualidades del conjunto.
“Estuvimos diez meses entrenando desde casa y luego por turnos por la pandemia. La verdad es que nos rompimos el culo. Desde que empecé a jugar a lo seis años sueño con este momento”, se sinceró Leonel Landaburu, baluarte del campeón.
Párrafo aparte para Roque Drago, un DT que trabaja de verdad con ejercicios tácticos, con jugadas preparadas, con movimientos ensayados, con un trabajo que hace a pie juntillas: un laburante que logró crear una idea de juego y una mística que lo pone como capitán del barco de este ascenso.
De este modo, el Tambero, que estuvo a punto de quedar desafiliado en 2018 regresará a la Primera C luego de 24 años y tiene por delante a Boca Juniors, en la ronda de 32vos. de final de Copa Argentina, adonde llegará envalentonado y feliz por haber cumplido el histórico objetivo de volver a jugar en la C.