En los fondos de su casa de Burzaco, una calandria lanza un trino de vocales largas. La sirena de una ambulancia llega como en sordina hasta este espacio presurizado donde este verdadero maestro de la guitarra que es Juanjo Domínguez dice, sentado en la silla de su estudio cercado por guitarras, que este sábado intentará resumir 50 años de carrera en dos horas.
Es que Juanjo Domínguez abre las puertas de su casa para recibir a Brown On Line antes de presentar su espectáculo del 2 de diciembre a las 21 en El Padilla, en Temperley. “Sintetizaremos 50 años en dos horas. Es bravo ese resumen, pero vamos a pasear por todo lo que a la gente le gustó en estos años y también por las canciones nuevas”, dice Juanjo para presentar el espectáculo con el triángulo que forma con Majo Lanzón (voz y percusión) y Maxi Luna (guitarra).
-Se podría resumir con música, ¿pero con qué palabras se sintetizan estos 50 años?
-Sintetizo esto diciendo que pasa del mismo modo que nos transcurre la vida, o sea, sin darnos cuenta. Cincuenta años es una vida. Pensándola y repasando todo lo que pasó es una vida, pero sin pensarla es como si hubiese sido ayer que empezó esta historia. Pasaron como tiro, pero son 50 años.
Ciudadano ilustre de Almirante Brown, Juanjo dice que empezó “con la vista clavada en un sueño”. El sueño era modesto: quería tocar la guitarra. “No quería viajar ni hacer guita, quería tocar la guitarra. Y gracias a Dios ese sueño se hizo realidad. Toqué la guitarra en todos lados y recorrí el mundo”. Tocó en Alemania cuando todavía estaba el muro de Berlín, tocó su canción Manhatann con Lalo Shifrin cuando aún estaban erguidas las Torres Gemelas de Nueva York. “Podemos hablar tres días seguidos y no terminaría de contarte todo lo que pasó en estos 50 años de carrera. Es lindo no darse cuenta de cuando a uno le van naciendo las arrugas”.
Once veces a Japón, 170 discos, Europa ida y vuelta, el teatro Colón, la Basílica de Luján, los festivales de tango y folklore del país, la compañía al Polaco Goyeneche, a Horacio Guarany, al Chango Nieto, a Calamaro, los años en Caño 14 y el disco que se viene en homenaje a Guillermo Barbieri, guitarrista de un tal Carlos Gardel.
Domínguez empezó a tocar a los cuatro años. “Mi viejo rasgueaba un poco la viola y yo me sentaba al lado a escucharlo y después me di cuenta que no lo escuchaba a mi viejo, escuchaba la guitarra. Mi viejo tocaba muy poco y mal, con el tiempo me di cuenta de eso. Opero para mi era maravilloso. Empecé a juguetear con la guitarra de muy chico. A los 12 años me recibí de profesor de teoría y solfeo y empecé a estudiar en el Conservatorio Julián Aguirre de Banfield.”
A pesar de su formación, lo popular le ganó a lo académico en Juanjo. Los tangos que había escuchado se le metieron bajo el pulso con la fuerza de los amores perpetuos. Así lo cuenta Juanjo. “En el conservatorio nos enseñaban la postura clásica: pie izquierdo en el banquito y la guitarra puesta en la pierna izquierda. Pero salía de la academia y tocaba apoyando la guitarra en la pierna derecha y medio levantaba. Pudo más la pierna derecha”, dice Juanjo, pícaro. Paco de Lucía debió pedirle a los jueces, en un torneo de guitarrista realizado en Alemania en 1992, que no le miren la postura a Juanjo, sino que se pongan de espalda y lo escuchen. “Nos obligaban a tocar con traje y yo tocaba con chaleco. Pero si uno toca mal, lo hace mal con chaleco o con traje. En fin. Esas cosas, me iban abriendo cada vez más a los popular”.
-¿Quién tocaba bien para usted cuando era niño?
-Roberto Grella, que hizo una escuela de su forma de tocar tango. En el folklore estaba Eduardo Falú. Y en lo clásico estaban mi profesora, María Angélica Funes, y la profesora de mi profesora, que era María Luisa Anido. Ellas rompían esas estructuras de lo clásico. Mi profesora era muy abierta y eso me llevó a abrirme más, me hizo sentirme seguro. Cuando se iban todos los alumnos me decía “Juanjo, cambiá la postura y tocame un tanguito”. Y Juanjo soltaba entonces los tonos de los tangos de la guardia vieja, como le gusta decir a él, esos que había escuchado desde la sociedad de fomento que estaba en el fondo de su casa de Lanús, los que conocía de boca de su padre.
Juanjo grabó canciones de The Beatles en un disco dedicado a la banda de Liverpool, otro trabajo con el cual homenajeó a la gran peruana Chabuca Granda y uno a Alfredo Zitarrosa. Juanjo dice que el disco que mejor resume su trayectoria es “De corazón al pueblo”, que tiene la canción que le escribió Horacio Guarany y otros de Nicolás Montenegro y Majo Lanzón, todo musizalizado por Juanjo. Pero se trae entre manos un trabajo que editará en 2018 con al obra de Guillermo Barbieri, guitarrista de Carlos Gardel, otro que como Juanjo conocía de punta a punta el misterioso universo de la guitarra.
Más información
Juanjo Domínguez
Sábado 2 de diciembre a las 21 en El Padilla, Avenida Meeks 1058, Temperley.
Anticipadas a la venta en: www.meticketonline.com. O al 156-992-5084 para retirarlas en Estudio Torba.