A los 42 años Alejandro Ayala cumplió un sueño como jugador: el delantero nacido en Adrogué y residente en Burzaco salió campeón con Sacachispas y se anotó en la historia como uno de los jugadores de mayor edad en lograr un ascenso y en la semana su equipo eliminó por penales de la Copa Argentina a Arsenal de Sarandí.
El ex delantero de Claypole y San Martín de Burzaco es noticia también por su trabajo: es recolector de residuos en la empresa Níttida, tarea que cumple entre las 13 y las 21 en Capital Federal desde hace 12 años. “Para mí el fútbol es pasión y alegría. Apenas durante un tiempo muy corto, cuando el mayor de mis hijos era el único (ahora suman cinco, y pronto serán seis) pude dedicarme sólo a jugar. Después, siempre tuve que vivir de mi trabajo. Pero cada mañana cuando suena el despertador de mi casa en Burzaco me levanto con unas ganas bárbaras de entrenarme”, revela.
Ayala gritó 176 goles a lo largo de su carrera, en 440 partidos profesionales jugados, entre la D y la C. Treinta y tres de esos goles los hizo a lo largo de los 91 partidos que disputó con la camiseta de Claypole, equipo con el cual debutó en 1993 y donde jugó hasta 2001. Tuvo un paso breve por San Martín de Burzaco, donde sin embargo dejó su huella goleadora: hizo tres goles en 15 partidos.
Parece que la estadística dejó afuera algunos goles de Ayala. El la corrige. “Llevo 180 y pico de goles convertidos, la cantidad exacta no la sé, y tampoco sé si hay alguien jugando en la Argentina con más goles que yo, pero es posible que no”, dice. Ayala lleva 24 años jugando y 12 trabajando como recolector de residuos.
Alejandro “Conejo” Ayala es dueño de una carrera admirable, casi dos décadas y media fatigando los campos más modestos de nuestro fútbol, inflando las redes a fuerza amor por el fútbol.
Hace 15 años Alejandro Ayala tuvo la chance de dar el salto al profesionalismo. “En 2002 fui a Platense. Ahí pensé que si el de arriba me iluminaba podía dar el salto. El técnico era Carlos Trullet. Hice goles en los entrenamientos, pero se ve que no lo convencí. Nunca le pregunté. Ni siquiera llegué a jugar y tuve que volver a Sacachispas. Claro que hubiera querido ser profesional. Los de Primera van a entrenar a la mañana y a la tarde se quedan en la casa, con la plata guardada en el banco.”
Los de Villa Soldati salieron campeones y el goleador de Burzaco cumplió el sueño de llegar por primera vez a la B. Es la coronación de la carrera del máximo anotador de la historia del club. Y será también el final de su carrera. “Me gustaría jugar algún partido en la B, o aunque sea de ir al banco o firmar una planilla. Entonces sí, el día siguiente ya le prometí a mi mujer que dejo el fútbol”, dice Ayala, a quien es necesario mirar para entender la verdadera pasión por el fútbol.