Guadalupe sale a bailar, corre, estudia, comparte. Tiene 18 años y parece una joven más. Pero no lo es aunque ella insista en decir que sí. Acaba de consagrarse campeona nacional de ajedrez representando al Club JuegoCiencia de Adrogué, una entidad perteneciente a la Federación de Ajedrez del Sur del Gran Buenos Aires (FASGBA).
La joven de Burzaco, alumna del colegio San José de esa localidad browniana, se consagró como la mejor del país en forma invicta, con un score de 7 puntos sobre 8 posibles (+6 =2 -0) y consiguió ese logro por segunda vez en su historia. En esta oportunidad impuso su jerarquía en la categoría Sub 18 en su regreso a la rama femenina, pues desde hace varios años disputaba el absoluto de los torneos juveniles.
«Juego desde los siete años. A los ocho ya jugaba torneos escolares y a los 9 empecé a competir en torneos argentinos», le cuenta la campeona a Brown On Line. Con 10 años de experiencia en competencias, Guadalupe Encina sabe que el rival más difícil no es el que toque en ocasión sino uno mismo. «El principal obstáculo es -no solo en los ajedrecistas- uno mismo. Por eso hay que controlar la ansiedad. Nunca te va a regalar la partida tu rival. Pero los nervios y la presión de ganar están siempre», reconoce.
Ella llegaba como preclasificada al torneo nacional que ganó y eso la ubicada en un lugar distinto a los otros jugadores: todos querían ganarle. «Los nervios no te dejan concentrarte a veces. El año pasado en las tres derrotas que tuve por torneos sudamericanos los nervios fueron mi peor rival», revela. «Hay que poner mucha fuerza de voluntad para aluchar contra eso. No hay que enojarse con uno mismo, sino tratar de superarlo. Y eso que yo nunca recibí ningún tipo de presión ni de mi familia ni del club».
La joven había ganado la medalla de oro en los Torneos Juveniles Bonaerenses representando a Almirante Brown e hizo lo propio representando a nuestro país en los torneos panamericanos y sudamericanos. Y este año lo hará en el Mundial de Ajedrez a jugarse en Montevideo el 16 de septiembre.
Este año, la joven de Burzaco competirá entre los juveniles y el próximo subirá la categoría Sub-20 y luego a mayores. «No me puedo imaginar mi vida sin el ajedrez. Lo voy a seguir manejando así, teniendo al ajedrez siempre dentro de mi vida. Hasta que me de la cabeza o la vida quiero seguir jugando al ajedrez», dice la campeona.
Alumna y maestra
En el Club JuegoCiencia la campeona de Burzaco da vuelta la ecuación y se para como docente. Da clases a niños y niñas menores de 10 años. «Les doy la inspiración de que siempre quieran más. Hay un mundo enorme en el ajedrez», sintetiza desde la pasión que se le percibe cuando habla de ese deporte mixtura con ciencia y juego que es el ajedrez y que para ella empezó en la casa
Guadalupe es metódica, elige las palabras justas para hablar y tiene la serenidad de una persona mayor. «Soy muy disciplinada. No me gusta que me saquen de mi rutina. Yo me dedico a estudiar todo el tiempo que puedo. Estudio mucho y en los últimos tres años he empezado a jugar mucho más que antes. Jugar es parte del entrenamiento. El ajedrez es deporte, arte y ciencia y creo que es el más completo de todos. Es perfecto en todos sus sentidos y las imperfecciones que tiene lo hacen más perfecto. Hay más partidas de ajedrez posibles que átomos en el universo.»
Sale a correr porque sabe que la actitud física también influye cuando las partidas son de largo aliento y el cansancio se convierte en otro rival a vencer. «Me encanta correr», avisa. Se alimenta de forma sana y equilibrada. Y le gusta estudiar: es abanderada en su escuela y se da el gusto de serlo junto con sus amigas.
Aunque la procesión vaya por dentro y el ajedrez parezca ser puramente mental, Guadalupe dice que el corazón le galopa en el pecho como un potro desbocado cuando un movimiento pone en jaque a su rival. «La aceleración del corazón es increíble», dice la joven que tiene en su padre a la persona que describe como «el compañero ideal». Cuando viajan para jugar un torneo, Sergio -jugador aficionado de ajedrez- es su manager: se ocupa de que todo esté en orden para que su hija sólo piense en el ajedrez. «Mi papá es la persona que más me apoya. Cuando viajamos para jugar él se encarga de todo. Es el mejor compañero porque hablamos muy poco de ajedrez. Me acompaña y disfrutamos eso».










