Hace dos siglos José de San Martín y su ejército cruzaron la Cordillera de los Andes para liberar a Chile y Perú. Ahora, 200 años después un grupo de soldados argentinos y chilenos recrean la epopeya sanmartiniana y ya están en el paso Cristo Redentor después de seis días de desandar a lomo de mula el camino del líder militar correntino.
Los soldados relataron que la marcha desde Uspallata hasta Puente del Inca “fue dura, especialmente el primer día, por la alta temperatura y porque a muchos nos costó montar a las mulas”, pero luego “aflojó el calor y les tomamos el ritmo a los animales, el tiempo acompañó y estamos muy bien”, dijo uno de los soldados trasandinos que celebró este cruce con los argentinos luego de históricos desencuentros entre un país y otro.
En los períodos de descanso, con trayectos de 26 kilómetros cada jornada, los soldados intercambiaron experiencias: los argentinos aconsejaban cómo andar en la altura y los secretos de la montaña y los trasandinos prometieron “devolver los favores el doble o el triple, cuando crucen a Chile”. Los soldados no pueden comunicarse con sus familias mientras van marchando por la falta de señal en casi todos los tramos debido a que van a lomo de mula por la montaña, por lo que esperan con ansias cada descanso, no sólo para enviar imágenes sino además para sacarse fotos entre ellos.
Con cuatro años en el Ejército chileno y dos en la montaña, el soldado chileno Fernando Ortiz salió del destacamento militar andino de Yungay el lunes de la semana pasada y de allí fue hasta El Plumerillo, luego a Uspallata y terminará su travesía el 12 de febrero, cuando llegue a la cuesta de Chacabuco, para el aniversario de la batalla que libró allí el general José de San Martín.
Para Lucas Duarte, del Regimiento de Infantería de Montaña 16, oriundo de la localidad mendocina de Godoy Cruz y padre de tres hijos, el mensaje de los soldados al realizar esta cruce “es que haya más Patria”, porque “no sólo hay que sacar la bandera cuando hay un partido de fútbol”. Duarte se anotó “en forma voluntaria” para participar del cruce y también debió prepararse mentalmente “para afrontar los desafíos que representa la montaña durante tanto tiempo”.