El fin de semana pasado en los bosques de Ezeiza el atleta Facundo Palomino corrió más de 20 kilómetros cargando un carro, como modo de protesta contra la utilización de animales en la tracción a sangre. Corrió junto con su compañera y aliada en esta lucha, Ailin Jeanney, también atleta y vegana.
El 22 de febrero de 2017, Atlas llegó a la vida de Facundo Palomino. Aquel caballo, sobreviviente de la crueldad de la tracción a sangre, cruzó su mirada con la del atleta por primera vez en un santuario de animales en General Rodríguez, donde se encontraba recuperándose de un terrible accidente: días antes, había sido rescatado en la ruta luego de que un vehículo chocara contra el carro que arrastraba, fracturándole una pata.
“Voy a usar mi propio cuerpo para demostrar lo que los caballos sufren”, prometió Facundo, un deportista de alto rendimiento y vegano desde hacía más de una década. “Yo estoy acá porque lo elegí, pero ellos no eligen su destino. Está en nosotros cambiarlo”, dijo al final de la carrera a la que lo acompañaron también sus padres.
“Específicamente para este desafío me entrené subiendo las cargas y haciendo entrenamientos específicos de tracción y de tirón con peso. Pero, me preparé durante toda la vida, en realidad”.
“¡Fue duro! ¡Duro, duro! Pero a nivel desafío, estuvo muy bien”, asegura el joven sobre la experiencia que le tomó dos horas. Aunque agotado, ya piensa en qué mejorar para la próxima vez que la realice.
“No nos damos cuenta de qué es capaz el ser humano y cuánto daño sufren los animales. Sin embargo, noto que casi todas las personas que ven a un caballo maltratado sienten bronca por saber que que son dañados, pero desconocen qué hay detrás, todo un circuito de explotación. Primero está la pena por el pobre caballo al que lo tienen trabajando, pero después te enterás de todo ese circuito que incluye hasta su muerte relacionada con los mataderos clandestinos, donde los faenan y venden su carne”, lamenta.