Bajo la consigna “365 días sin Pablo”, familiares, vecinos y amigos de Pablo Barrios convocan a una vigilia para este viernes 12 de abril a las 17 frente en la Fiscalía de Quilmes, al cumplirse un año de su asesinato. El joven vecino de Claypole apareció muerto en la ribera de Quilmes, sin que hasta el momento la fiscal del caso, Karina Gallo, pueda tener una hipótesis concreta sobre el crimen ni muchos menos un sospechoso.
La primera hipótesis fue descartada con el resultado de la autopsia. Porque mientras la policía y la fiscalía le decían a la familia que el joven se había suicidado, los forenses comprobaban que el joven de 27 años había muerto por asfixia mecánica, lo habían golpeado en la cabeza y en las costillas con algún elemento duro, tenía las manos atadas con una soga y el cuerpo había estado unas 70 horas en otro lugar hasta que lo arrojaron al río.
“Nuestro objetivo es que con esta vigilia el fiscal general se comprometa con la causa y actúe, para conseguir la pericia que necesitamos para saber la verdad. Queremos que los culpables vayan presos”, dice Ana Paladea, abogada en la causa y ex pareja del joven asesinado.
La letrada que representa a la familia de Pablo dice que recientemente citaron a familiares de Pablo para declarar en la fiscalía “para saber qué hacía Pablo a esa hora en Quilmes en vez de ordenar pericias que nosotros pedimos. En un punto, se busca culpabilizar a la víctima, la fiscal deja todo en manos de la secretaria de la fiscalía y no tiene ninguna línea de investigación ni ninguna hipótesis para saber quién mató a Pablo”.
La abogada ejemplifica la forma en que la investigación fue sucediendo, sobre todo cuando la fiscal Gallo se tomó licencia. “Cuando la fiscal Gallo estuvo de licencia y la causa llegó a otro fiscal, que fue quien más la impulsó. Una vez que la fiscal regresó de su licencia, otra vez la investigación se estancó”.
“Para nosotros es muy difícil saber qué le pasó a Pablo porque no tenemos a la Justicia de nuestro lado. La fiscal no tiene noción de la causa; cuando hicimos la primera marcha no sabía ni que se trataba de un crimen. Jamás me atendió, solo hizo promesas”, dice.
Los hechos
El martes 11 de abril de 2023, Pablo partió de su casa en Claypole a cerca de las 23. En las cámaras de seguridad, se lo observa confundido; va para un lado y vuelve para cambiar de dirección. Cuando se decide, sube al colectivo 160 y se baja en la avenida Monteverde, todavía en Claypole, desde donde toma el colectivo 266 hasta la estación de Quilmes. Habló con algunas personas que se cruza en la calle, posiblemente para preguntarles por una dirección. Allí mismo se tomará el tercer y último colectivo: el 85 hasta la ribera de Quilmes. Esa es la última imagen que se tiene de él. Tiene la capucha de la campera puesta y lleva una mochila. Merodea el club Pejerrey hasta finalmente perderse en dirección a la playa.
Ana está convencida de que Pablo fue a encontrarse con alguien que conocía “se cuidaba mucho, era muy introvertido, frecuentaba siempre a la misma gente” y porque “en el último tiempo seguramente sufrió mucho, estaba siendo presionado, probablemente amenazado”.
Creen que lo mataron entre dos o tres personas porque Pablo “era alto y grandote” y “uno solo no pudo haberlo agarrado desde atrás y asfixiarlo”, como se desprende de la autopsia.
“Aunque parezca que nadie quiere investigar, aunque sepamos que Quilmes es un lugar de mucha corrupción y delincuencia, y que el río es un lugar donde cualquiera puede descartar un cuerpo sin consecuencias, nosotros no vamos a parar de exigir justicia, no vamos a parar hasta saber por qué mataron a Pablo”.
Foto: Noelia Guevara (La Nación)