Grupos defensores de diversas identidades sexuales marcharán el jueves a las 12 a la sede del Ministerio Público Fiscal, en Banfield, partido de Lomas de Zamora, para pedir justicia por el brutal asesinato de Liliana Varoni, conocida como La Chaqueña, una mujer trans de 64 años que fue atacada a piedrazos en Burzaco, hecho por el cual hay un detenido que negó su participación en el crimen aunque admitió conocer a la víctima.
La movilización tiene como objetivo exigir justicia por el travesticidio de Liliana y demandar el esclarecimiento del crimen. Además, se busca visibilizar la grave situación de violencia y discriminación que enfrenta la comunidad trans en Argentina, así como la urgente necesidad de implementar políticas públicas que garanticen la protección y el respeto de los derechos humanos de las personas LGBT+.
El travesticidio de Varoni ocurrió el 3 de julio en Burzaco, mientras se encontraba ofreciendo servicios sexuales sobre la avenida Monteverde, en Burzaco. Según los testimonios recogidos por las organizaciones que representan al colectivo LGBT+ y que dieron a conocer el crimen a través de las redes sociales, un hombre que se desplazaba en bicicleta por la ruta atacó a Liliana a ladrillazos y la arrojó a un pozo, causándole la muerte de manera violenta.
“La chaqueña era su sonrisa, su voz, su manera de caminar, siempre tenía una palabra linda para decirte.”
“Liliana Varoni fue víctima de un crimen de odio mientras se encontraba en estado de prostitución en la ruta. La compañera fue víctima no solo de violencia social, sino también del abandono por parte del sistema de salud. Nadie la ayudó, ni la asistió mientras que estaba caída en un pozo luego de los golpes recibidos. Seguimos exigiendo una ley de reparación histórica, cada día que pasa sin la concreción de esta ley seguimos perdiendo compañeras”, comunicaron desde el colectivo travesti trans “Las Históricas Argentinas” tras conocer el travesticidio.
“Ella todas las mañanas se maquillaba, se peinaba, disfrutaba de verse bien y estar vestida a la moda para salir a trabajar, primero en la rotonda del vapor de Burzaco por la mañana y después en la esquina de Pasco y Donato Álvarez dos o tres días a la tarde. De la calle no se la podía sacar porque ella decía que ella iba a morir en una esquina, prostituyéndose, lo llevaba en la sangre y era feliz”, contó su sobrina.
“Fue un crimen de odio porque no fue un cliente, una expareja o alguien a quien no quería prestarle un servicio. Fue un odiante que le partió ladrillazos en la cabeza. Cuando mi tía llegó al hospital ya había perdido mucha masa encefálica y no le pudieron salvarle la vida”, sostiene.