Por Luna Mancini
Esta es la historia de Soledad, una de las seis mujeres bomberas voluntarias del cuartel de Adrogué, que desde pequeña supo que quería ser bombera: “Simplemente desde muy chica siempre manifesté querer ser bombera y, con el paso del tiempo, en mi adolescencia, continúe con este deseo”, dice Soledad Ybañez en diálogo con Brown Online. Lo dice justo el 2 de junio, cuando se celebra el Día del Bombero Voluntario: una fecha que homenajea a quienes arriesgan su vida postergando sus intereses personales y familiares.
Oriunda de Rafael Calzada, a los 17 años se acercó por primera vez con su mamá a ese cuartel para sumarse, pero algo en ese momento no se le permitió. “En esa época no tuve ninguna posibilidad de ser parte porque todavía no había mujeres bomberas. El recuerdo que tengo fue de haber sentido mucha frustración porque era injusto, claro”, recuerda Soledad.
Con esta traba por delante, sin bajarse de la ilusión de ser bombera, Soledad empezó a estudiar la carrera de profesora en artes visuales que hoy ejerce a la par con la pasión bomberil. “Mientras cursaba el tercer año del profesorado, me entero que ya habían ingresado las primeras mujeres. Por eso cuando me recibí no lo dudé e ingresé al cuerpo de bomberos voluntarios. Era el año 2014”, comenta la bombera.
“Hoy en el cuartel lo vivimos como algo natural que hombres y mujeres realicen las mismas tareas bomberiles. Aunque capaz en la calle cuando salimos a dar servicio aún hay personas que se sorprenden al vernos a nosotras”, dice Soledad y agrega que “en el cuartel que estoy, las mujeres tenemos las mismas obligaciones que los hombres, también ascendemos de igual forma y también conducimos la dotación”.
Pero pese a algunas situaciones como la que describe la bombera, también resalta que la comunidad reiteradamente los reconoce por su labor. “Cuando la comunidad se entera de algún rescate exitoso o de algún salvamento, siempre resaltan nuestro trabajo, y sobre todo el trabajo voluntario. Sin ir más lejos todavía está la costumbre de varios vecinos y vecinas de acercarse o comunicarse al cuartel los 2 de junio para felicitarnos en nuestro día. Es algo muy bonito que hace que den ganas de continuar con el labor”, comenta emocionada Soledad.
Ybañez elige un buen momento y lo comparte: “Una experiencia en donde realmente me provocó emoción fue cuando realizamos el rescate de una persona no vidente en la estación de Adrogué que había caído a las vías. A medida que procedíamos todas las personas que veían lo que pasaba nos empezaron a aplaudir, simplemente eso me dio orgullo”.
El trabajo en equipo
Los Bomberos Voluntarios constantemente deben entrenarse tanto en lo físico como en lo teórico. Más allá del entrenamiento personal, destaca que “lo más importante es trabajar en equipo. Cada uno de nosotros tiene cualidades únicas que van de la mano con las habilidades bomberiles, que son la base de nuestro entrenamiento”.
Pero ser bombero o bombera no es algo que quiera todo el mundo, ya que “es complejo ser bombera o bombero voluntario, es que sacrificas mucho desde horas de descanso, a tiempo con tu familia, amigos o bien a una actividad que te genere ingresos. Nosotros estamos en lugares donde la gente huye. Hay mucho riesgo y estamos muy expuestos. Por suerte, creo que hoy en día ya no es actividad de hombres porque veo más bien, que es una tarea muy compleja y realmente tenés que tener mucha vocación de servicio”, explica Ybañez.
Soledad dice que a veces su labor es un poco contradictoria: “Cuando vamos a un siniestro, estamos en una situación donde hay personas en extrema vulnerabilidad que están desbordadas emocionalmente porque están viendo que lo pierden todo en por ejemplo, un incendio. Entonces, a veces hay maltratos que nosotros entendemos en esa situación, donde hay reacciones que son lógicas”.