En una carpa individual, con su propia comida, con su mochila de 30 kilos y su bicicleta, 14 días trepando sin parar, durmiendo bajo las estrellas. Sola, ella y su sueño, así fue el camino que recorrió María Emilia Pachado hasta convertirse en la primera mujer en hacer cumbre en el Aconcagua, según le comentaron trabajadores dentro del Parque. “No tuve asistencia de ningún tipo. No contraté ni guías, ni mulas, ni portadores. Lo pensé como un proyecto personal, en principio, hasta que se viralizó”, se sincera María Emilia, vecina de Longchamps.
La historia de María Emilia, una joven vecina de Longchamps, conmueve: desde el inicio de un proyecto personal, al que tituló “Tortuga en bicicleta”, hasta su gran logro: subir al techo del continente, se convirtió en la primera mujer en hacer cumbre sola, sin mulas ni guías, después de pasar catorce días durmiendo sola en la montaña más alta del hemisferio occidental.
Fueron 16 días en total, con la bajada, y 14 días hasta la cumbre del Aconcangua. “En el ciclismo no hay diferencias sexistas. Hay muchísimo compañerismo. En el caso del montañismo es diferente: muchos me decían “no vas a poder cargar con tu mochila” o “no vas a poder”. Están a cada rato preguntándote “¿estás bien? ¿necesitas ayuda?. Se la sigue viendo a la mujer como un eslabón débil”.
“Recibí un montón de críticas por haberlo hecho sola. Te baja el autoestima. Diciéndome “cómo lo vas a hacer sola, mira si te pasa algo, necesitas contratar un guía“. Me han dicho un montón de cosas, desde imprudente hasta inconsciente. A los hombres que lo hacen solos no les dicen nada”, reflexiona Emilia en diálogo con Brown On Line, en el Mes de la Mujer.
Luego de hacer cumbre, Emilia quedó en medio de una tormeta de nieve y necesitó ser rescatada. “Fueron 6 horas caminando, con mis dos pies lastimados, no sentía el viento, la nieve. Llegué a preguntarme “¿estoy viva?“. Hubo muchos momentos en donde no veía nada por la tormenta”, detalla y revive aquel momento final de su travesía.
La historia con su bicicleta
María Emilia tenía la idea de poder llegar a lo más alto con su bicicleta, la misma que usaba en los circuitos y pelotones con los que salía a rodar por la provincia de Buenos Aires.
“No hay ninguna prohibición para subir con la bicicleta acuestas, pero sí para usarla en determinados tramos. Yo sabía que no podía usarla. Desde el Parque me dijeron “los mejores porteadores llevan hasta 20 kilos”. Y cuando les dije que yo llevaba 47 kilos me empezaron a decir “no vas a poder, con tu peso, no vas a poder”, relata.
Las exigencias requerían de 1.850 dólares para sacarle la bicicleta de su mochila, que estaba atada y desarmada, y mandarla por helicóptero hasta la cumbre. Un dinero que Emilia no tenía y que tampoco hacía falta ya que su objetivo no era utilizar la bicicleta sino sacarse una foto con ella en la cumbre.
Pese a que debió dejar su bici, no se rindió. Siguió cuestas arriba y logró hacer cumbre, luego de catorse días estando sola. “Oídos sordos a cualquier tipo de comentario. Si sienten que realmente lo pueden hacer, que al menos lo intenten. Que no se queden con las ganas. Lo peor que puede pasar es que se pregunten “¿qué hubiera pasado si no lo hacía?“”, reflexiona.
“Me di cuenta que puedo hacer más cosas de lo que imaginaba. A pesar de todas las trabas que tuve, de haberlo hecho sola, superé un montón de obstáculos“, concluye la primera mujer en hacer cumbre de esta forma en el Aconcangua, salida y ya de regreso en Longchamps.