Desde temprano en el epicentro que significa el santuario principal ubicado en Mercedes, Corrientes, miles de promesantes pasarán a agradecer, a pedir, a implorar, a reforzar su fe y a dejar su gratitud con una de las figuras paganas más religiosas de todas: el gauchito Antonio Gil, a quien también homenajearán en los santuarios de Alejandro Korn, en Florencio Varela y en Monte Grande.
Allí donde Hipólito Yrigoyen se saca la ropa de avenida para convertirse en ruta se levanta, en rojo furioso, el santuario en honor al gaucho alzado correntino, a quien cada 8 de enero le rinden culto, en una de las devociones populares más fuertes que pudieran verse. Está ubicado en el kilómetro 42.
“Salvo los devotos que bailan chamamé en la pista, y que comulgan más con la imagen clásica del promesero del interior vestido de rojo, el resto de los devotos que están presentes responden al estereotipo clásico de las clases populares que habitan el conurbano”, analizó el antropólogo Darío La Vega en su vista a los santuarios del sur del conurbano.
Con un sincretismo que mezcla lo pagano con lo religioso (de hecho, en Mercedes la iglesia católica ofrece una misa cada mañana del 8 de enero) y se ancla en las clases populares, la leyenda del Gauchito Gil se volvió masiva en los últimos años.
En la calle Luis Vernet 3650, de Monte Grande y en el gaucho Gil del Cruce Varela también lo celebrarán desde las primeras horas del 8 de enero, con chamamé, con emoción por el santo popular y, sobre todo, con esperanza.