Se cumple hoy un año del fatídico día en que Ezequiel Bermejo desapareció en medio de una competencia de aguas abiertas en Necochea, un hecho que desnudó un grave problema organizativo de la competencia Río Mar, que al día de hoy siguen sin explicar la desaparición del nadador de 43 años y vecino de Adrogué, en una carrera cuestionada por las condiciones en que se encontraba el mar y también por la aprobación que hizo Prefectura, a pesar de las condiciones climáticas, del agua helada, del viento y de un mar intratable.
“Estamos esperando que haya justicia. La pandemia hizo todo más triste, frenó la parte legal y la justicia no avanzó nada en este año. Es triste llegar así un año después. No apareció ni la gorra de Ezequiel, no hay ningún rastro de él. Es un día muy triste para todos. Fuimos seis nadadores del club Brown de Adrogué, con otros 8 chicos que nos hicieron de guías. Nosotros tenemos experiencia en aguas abiertas y ese día no estaban las condiciones para una carrera amateur. Hay muchos responsables y tienen que hacerse cargo”, le dice a Brown On Line Ignacio Grignaschi, compañero de entrenamiento de Ezequiel que ese día fatal también nadó la competencia.
La prueba de 10 kilómetros de nado, 7 por río y 3 por mar, une la desembocadura del Río Quequén Grande con la costa marítima de Necochea, pero abandonaron cerca de 120 nadadores debido a las ncondiciones climáticas. Bermejo fue visto por última vez a unos 1000 metros de la costa a la altura del Balneario Terrazas, muy cerca de donde finalizaba la competencia.
“Pudo haber sido un cromañón acuático. Hay gente que luego de ese día no puede volver a meterse en el mar. Abandonaron entre 100 y 120 competidores cuando en una competencia normal abandonan cinco. Hubo más de 60 hospitalizados”, dice Ignacio.
“Prefectura no hizo nada. Escondieron al jefe de Necochea, pusieron a otra persona y sacaron a esa para tratar de cubrirlo. Los organizadores apuraban todo el tiempo el inicio de la carrera, sobre todo por el viento que ahí no te perdona. Ellos sabían la que se venía. El río estaba totalmente planchado, pero el mar era imposible: había tres rompientes gigantes que se tragaban los kayaks”, explica a Brown On Line.
“El Municipio de Necochea también tiene su responsabilidad y Juan Carlos Cuenca, el organizador, no puede organizar nunca más ninguna carrera porque nosotros no lo vamos a permitir. Pero hace poco se sentó en primera fila para anunciar que iba a organizar una carrera. No lo vamos a permitir”, repitió Ignacio.
Respecto de Bermejo, a quien un grupo de amigos homenajeó hoy en las aguas de Necochea, Grignaschi dijo que “estaba mentalizado, con ganas, fue quien más entrenó para esa carrera y para poder competir espero a que un competidor se bajase para poder acceder y justo le pasó esto a él.”
La familia ni siquiera cobró el seguro ni recibió un llamado de nadie: ni de Prefectura, ni de Cuenca ni del Municipio, que hace un año se inflaba el pecho orgulloso por la carrera. “Siempre se me cruza por la cabeza todo el día ese de la desesperación de Ezequiel. Fue una verdadera pesadilla.”
“Ni los guardavidas se querían meter”
“El organizador apuró la largada porque sabía que las condiciones se iban a complicar muchísimo con el viento. Nosotros no vimos el mar, porque nos citaron en la largada en el río. Llegamos cerca de las 10.30 de la mañana al mar. La gente quería abandonar y nadie los levantaba. Nadábamos como podíamos hasta la orilla. Ni los guardavidas se querían meter. Por eso creo que Prefectura tiene una gran responsabilidad. El prefecto que habilitó la carrera no podía explicarnos cómo habilitó la competencia”, relata el compañero de Bermejo.
“El mar me arrancó las antiparras, me revolcó. Salí nadando de espalda. Pensé que no salía”, recuerda Ignacio sobre su experiencia en la fatídica RíoMar 2020.
“Cada uno tiene su responsabilidad y todavía tienen que asumirla. El organizador dijo que tenía 220 kayaks de seguridad en el agua y eran kayaks pagados por cada nadador. Era una carrera amateur, con un número imposible de 550 participantes. Desde 2008 nado aguas abiertas. Nado entre 10 y 15 carreras al año y nunca me había pasado nadar en condiciones así y menos sin seguridad alrededor. Había gente que estuvo media hora esperando que la sacaran del agua”, dijo el nadador.