Durante toda su carrera, José Luis Sánchez, el “Garrafa” del Taladro, se caracterizó por su habilidad para jugar al fútbol. Idolatrado por los hinchas de Banfield y Laferrere, es un jugador entrañable de nuestra historia que a 15 años de su desaparición física sigue presente en las paredes de los barrios.
Garrafa heredó el apodo por su papa, quien trabajaba de vender dichos envases de gas. Su carrera profesional comenzó en Laferrere, club del que era hincha y estuvo, durante su primera etapa, desde 1993 hasta 1997.
Tras un paso por El Porvenir y Bella Vista (Uruguay), llegó a Banfield, su otra casa. Allí, con la 10 en la espalda, se ganó el cariño de todos sus hinchas. En 2001 consiguió el ascenso a Primera División y, en 2005 alcanzó los cuartos de final de la Copa Libertadores. Luego de cinco temporadas, retornó a Laferrere, donde jugó hasta el día de su fallecimiento. En toda su carrera Garrafa jugó 261 partidos y convirtió 70 goles.
Sánchez estuvo a un paso de jugar en Boca, hasta que el por entonces DT Carlos Bilardo lo vio irse en motocicleta y eso determinó que no fichara. La moto, justamente, y una caída en la puerta de su casa apagó la vida de Garrafa cuando tenía 31 años.
Su último adiós fue en el estadio de Laferrere, acompañado por una gran cantidad de hinchas.
Tras su partida, tanto en Banfield como en Laferrere se hicieron diversos homenajes a su persona, a su leyenda. Murales, placas y cánticos. En 2012, en el estadio de Florencio Sola, ubicado en Banfield, se estrenó una película acerca de su vida.