En Conurbano Bonaerense está lleno de historias que todavía permanecen en las sobras del conocimiento popular. El “Cementerio de los Impuros” en Avellaneda es uno de esos casos y la cuenta The Walking Conurban se encargó de develarlo. ¿Cuál es la historia que se esconde detrás de este sombrío lugar abandonado?
Hacia principios del siglo XX, cuando Avellaneda se llamaba “Barracas al Sud”, las primeras oleadas de trabajadores y trabajadoras provenientes de Europa eligieron algunas localidades del Conurbano para instalarse lejos de la ciudad.
En ese marco, se crea en el seno de la colectividad judía la sociedad israelita de socorros mutuos “Varsovia de Barracas al Sud y Buenos Aires”. Pero esta primera organización escondía una segunda: Zwi Migdal, una organización proxeneta, que realizaba secuestro de mujeres y estaba vinculada con la mafia italiana y operó en nuestro país durante más de 30 años.
Esta organización actuó con complicidad política y ciudadana en aquella época, sosteniendo prostíbulos y secuestrando mujeres polacas que venían en busca de trabajo a la Argentina. Como consecuencia de esta vida de explotación, las prostitutas que murieron fueron enterradas junto a los miembros fallecidos de esta organización en el sector “impuro” de dicho cementerio.
Pero en el 1900 llega a nuestro país la mujer que logrará escapar y denunciar a esta organización explotadora y criminal. La polaca Raquel Liberman, quien con 22 años y dos hijos emigró en busca de trabajo. Raquel fue una de las tantas víctimas de la red de trata de Zwi Migdal. Luego de 6 años pudo comprar su libertad y abrió un comercio, pero fue nuevamente secuestrada. Finalmente pudo escapar y denunciarlos a las autoridades en 1930.
La red de trata, en su apogeo luego de la Primera Guerra Mundial, tenía más de 400 miembros en la Argentina. Llegó a tener ganancias anuales por más de 50 millones de dólares. Su sede se encontraba en Buenos Aires, con sucursales en otras ciudades de la Argentina, Brasil, Nueva York, Varsovia, Sudáfrica, India y China.