Un estudio de la facultad de Odontología de la UBA detectó “metales inesperados” en piercings. Se trata de titanio, aluminio, hierro, cobre, niquel, molibdeno y cromo cuyos porcentajes no cumplen con las normas ISO para el acero quirúrgico, lo que favorece su corrosión al tomar contacto con saliva o sangre.
El estudio dirigido por Daniel Olmedo, investigador del Conicet en el Laboratorio para el Estudio de Biomateriales de esa facultad y publicado por la Agencia CyTA de la Fundación Leloir, detectó una “composición química distinta a la esperada”.
“Sorpresivamente, los porcentajes de hierro, cobre, níquel, molibdeno y cromo, entre otros elementos, no se correspondieron con los indicados por la norma ISO (5832-1) para el acero quirúrgico”, destacó el investigador.
Para el estudio, un grupo de dieciséis adolescentes atendidos en la clínica de la Facultad de Odontología cedió la joyería que habían usado durante un período de 5 a 48 meses. Además los científicos encontraron irregularidades y constataron la corrosión del metal junto a imperfecciones en piezas nuevas que sirvieron de comparación.
“La inadecuada composición química de la joyería o los defectos de superficie, como rayaduras, depresiones y bordes irregulares, pueden favorecer la corrosión”, explicó Olmedo. Por eso, enfatizó que las aleaciones “deben cumplir la norma ISO 5832-1, si bien ningún metal o aleación es completamente inerte cuando está en contacto con los tejidos y fluidos orgánicos, como saliva o sangre”.
Vacío legal
Olmedo puntualizó que “sería muy conveniente que la manufactura y venta de piercings esté reglamentada, como en Estados Unidos” por lo que recomendó “comprarla en comercios habilitados y exigir un certificado que avale la composición del material”
Entre los más aptos, mencionó el acero quirúrgico “verdadero”, el titanio de grado quirúrgico, el oro (14 Karat o superior, blanco o amarillo, libre de níquel), el platino y el niobio, según la norma que sustenta la ley federal estadounidense. Olmedo recalcó que la American Dental Association desaconseja los piercings, debido al riesgo de complicaciones como hemorragias, infecciones, desgarros y trastornos por lesiones nerviosas.
Del trabajo también participaron los investigadores Mariela Domingo y Tammy Steimetz, de la Cátedra de Anatomía Patológica; Liliana Ferrari y Patricia Sebelli, de la Cátedra de Odontología Integral de Niños.