Anahí Benítez, la chica encontrada asesinada el 4 de agosto en una reserva natural de Lomas de Zamora, tenía en su estómago altas dosis de Diazepam, un ansiolítico que puede inhibir la actividad física y producir un letargo en la reacción.
Según fuentes de la investigación, la presencia del sedante en el cuerpo de la víctima explicaría por qué no logró defenderse del agresor que la asfixió hasta matarla.
Los peritajes realizados por los forenses establecieron la presencia de Diazepam en altas dosis en el estómago de Anahí, aunque se aguardaba el estudio en la sangre de la adolescente asesinada para poder determinar la cantidad exacta que ingirió de esta droga.
El Diazepam es un ansiolítico derivado de la benzodiazepina, que cumple funciones de miorrelajante y anticonvulsivante, pero que en altas dosis puede actuar como sedante, ya que produce una inhibición en la actividad física y un letargo que incide en el tiempo de reacción.
En tanto, la pericia histopatológica dio como resultado la “congestión de flujo en planos musculares producto de una vulvitis”, lo que es compatible con actividad sexual reciente. A raíz de este resultado, los peritos señalaron que el abuso sexual se podría haber cometido sin mediar violencia física por el estado de sedación al que habría sido sometida Anahí.
Por otro lado, Marcelo Villalba, cuyo ADN fue hallado en el cadáver de Anahí, se negó ayer a declarar ante las fiscales que investigan el caso.
Por el mismo delito también está detenido Marcos Esteban Bazán, el segundo detenido por el caso, en cuya casa los investigadores creen que estuvo cautiva la joven abusada y luego asesinada, tras lo cual fue arrojado su cadáver en la Reserva Natural Santa Catalina, de Parque Barón.