Los proteccionistas de animales quieren erradicar la tracción a sangre, una práctica de la economía informal en la que se utilizan burros o caballos para desplazar carros que transportan cartones o materiales de desecho, y reconvertir las jineteadas en fiestas gauchas libres de maltrato animal.
Luego de lograr la prohibición de las carreras de galgos, la gran conquista en materia de derecho animal de 2016, los proteccionistas ahora ponen el foco en la tracción a sangre y las jineteadas, a las que consideran “absolutamente perjudiciales” para los caballos.
Apuntalados en la difusión mediática y en una petición en la plataforma online Change.org que recibió más de 60.000 firmas, el último 31 de marzo ingresó en el Congreso Nacional un proyecto de ley impulsado por el diputado del PRO, Daniel Lipovetzky. “Nuestro propósito es generar conciencia sobre una problemática que es humana además de animal”, indicó a Télam Eliana Couso, una de las responsables de No MÁS TAS.
La agrupación No MÁS TAS (Tracción a Sangre) asegura que muere un animal por día en cada ciudad del territorio nacional, en promedio, según un relevamiento propio.
Al respecto, Couso advierte que “además de la explotación y el maltrato animal, se trata también de una problemática vinculada a índices elevadísimos de precarización laboral”. El proyecto establece la prohibición de TAS en el uso urbano y un período de transición que dé lugar a un proceso de sustitución de los carros por otros mecanismos.
Aunque no hay un censo oficial, Couso calcula que existen alrededor de 50 mil caballos utilizados para tirar de carros en toda la provincia de Buenos Aires, y resaltó que Quilmes, La Matanza y Lomas de Zamora son las zonas más complicadas. “Para los animales es un verdadero calvario”, describió a Télam Edgardo di Salvo, el veterinario especialista en equinos que también forma parte de la agrupación.
“Los caballos circulan mal errados o sin herraduras, desnutridos, deshidratados, sin plan sanitario al día, muchos quedan ciegos por los cadenazos, hay yeguas preñadas atadas al carro, patologías óseas. Además está la cuestión del sobrepeso que le hacen por las cargas”, detalló. Algo parecido padecen los caballos durante las domas o jineteadas, maltratos que, según los especialistas, aparecen silenciados por la liturgia de una fiesta gaucha. “Hay que generar la reconversión de una fiesta criolla más relacionada al espíritu de la danza y el tradicionalismo y no con la tortura como si fuera un circo romano”, opinó di Salvo.