Por Alejandra Barry (www.laizquierdadiario.com.ar)
A finales de octubre se hizo público el hallazgo de los restos de Alicia Dora Cerrota, quien integró la llamada “División perdida” de la Escuela Superior Antonio Mentruyt (ENAM), también conocida como “el Normal de Banfield”, donde estudió Alicia, que al momento de ser secuestrada por un grupo de tareas trabajaba en Almirante Brown.
Los restos de la joven desaparecida por los genocidas de la dictadura cívico-militar fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense, junto a otras ocho víctimas del terrorismo de Estado. Todas ellas habían sido sepultadas en el centro clandestino de detención Pozo de Vargas de la provincia de Tucumán, que fue utilizado como fosa común clandestina para desaparecidos asesinados desde los comienzos del Operativo Independencia, en 1975, hasta los años de la dictadura.
La “división perdida”
Alicia y su compañero eran militantes de la organización Montoneros. Al momento de su secuestro y desaparición ella tenía 27 años y estaba embarazada. Por relatos de sobrevivientes se sabe que habría dado a luz entre junio y julio de 1977, desconociéndose hasta el momento el destino del niño o la niña.
A Alicia se la recuerda por muchas cosas. Por su militancia y también por pertenecer a la “división perdida” del ENAM. Con ese nombre, estudiantes y egresados de la escuela de Banfield rinden homenaje a los 31 jóvenes asesinados y desaparecidos de ese colegio. Un número que equivale, justamente, a una división entera.
Desde los años de la dictadura a esta parte muchas generaciones de estudiantes que pasaron por la escuela (entre ellos quien firma esta columna), participamos del homenaje con actos, sentadas y hasta tomas del colegio en repudio a la complicidad de los directivos con el régimen militar. Y muchos somos parte también de la lucha permanente por el juicio y castigo a los genocidas que secuestraron y asesinaron a nuestros compañeros.
Aunque muchos no llegamos a conocer a esas chicas y chicos, siempre los sentimos nuestros compañeros. La “división perdida” del ENAM está conformada por los maestros y bachilleres Guillermo Savloff, Evangelina Emilia Carreira, Beatriz Mariana Quiroga, Guillermo Tamburini, Eduardo Miguel Streger, Osvaldo Plaul, Máximo Wettengel, Juan María Castro, José Pablo Ventura, y Miguel Ángel Butron.
La lista se completa con Alicia Chihee, Alicia Dora Cerrota, Cristina Prosperi, Raúl Ceci, Hugo Oscar Rizzo, Norma Inés Cerrota, Susana Papic, Patricia Ronco, Sergio Cotter, Silvia Streger, Claudia Istueta, Julio Cesar Montoto, Mario Geffner, Beatriz Le Fur, Mabel Fernández Ochipinti, Víctor Galuz, Leonel Eduardo Saubiette, y Germán Gavio.
Una mezcla de emociones
Para quien escribe fue muy impactante la noticia. Una mezcla de emociones, de bronca enorme por lo que le habían hecho, por el tiempo trascurrido (más de 40 años) para que su familia pueda encontrar su cuerpo y por la impunidad de los genocidas y sus cómplices que continúa. Porque en cada homenaje, sentada y toma del colegio, además de levantar la bandera de todos los compañeros, en particular levanté siempre la de mi tía, Susana Papic, parte de esa “división perdida”.
Susana se había recibido de maestra en el ENAM. Al momento de su secuestro estaba trabajando en el partido de Almirante Brown y era secretaria de la CTERA. Ella militaba en el mismo gremio con mi mamá, Susana Mata, secuestrada y asesinada en 1977. Tanto ellas como mi papá y mi tío fueron víctimas de la dictadura genocida.
Los recuerdos de chica y adolescente en esa escuela, por estas horas volvieron con fuerza. La fuerza de esa lucha por mis familiares desaparecidos pero también por esa camada de estudiantes de la ENAM. Una lucha que se transformó en parte fundamental de mi vida.
Porque con mis compañeros, amigos y docentes comencé a conocer por qué militó esa generación. Y aprendí a admirarla, como a Alicia, y a querer continuar la lucha por transformar esta sociedad y acabar con un sistema que sólo ofrece, desde hace siglos, explotación y opresión para la mayoría de la humanidad.
La noticia sobre el hallazgo de los restos de Alicia Cerrota llegó unos días después de que nuestro colegio saliera por todos los medios de comunicación. Es que allí las y los estudiantes dieron una pelea ejemplar contra el Operativo Aprender de Macri y su ministro Esteban Bullrich. Sin dudas mucho de tradición de lucha y de homenaje a los compañeros desaparecidos hubo en esas jornadas.
Mientras reafirmamos el homenaje a la “división perdida”, continuamos dando cada lucha por nuestros derechos y peleando hasta el final por el juicio y castigo a todos los genocidas, por la recuperación de la identidad de los más de 400 jóvenes apropiados, por Alicia y por los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos.