Los tambos de los Ortega y los Arias, de Michelena y de Estanga; el horno ladrillero de Don Menéndez; las ovejas de Rosalía, los montes con frutales de Lavignole le fueron dejando paso a la confitería de Joaquín Lapido, donde hace más de 100 años hasta se enseñaba catecismo a los niños; el almacén de Burgos Pérez; el de los Cores; la carnicería de don Justo Boulan; la peluquería de don Pedro Lopolito, que luego inauguró el primer bazar, tienda y librería; el reparto de leche del señor Rosalía; la todavía vigente panadería “Espiga de Oro” de don José Benito Ramírez Saco en agosto de 1925, el zapatero Pedro Regalini, la enfermera Olga Bau fundando la primera sala de emergencias, entre tantos otros, se anotan en los orígenes de Longchamps, que este 10 de agosto celebra sus primeros 114 años de vida.
La estación de Longchamps surge impulsada por el entonces directorio del “Lomas Jockey Club”, que poseía sus instalaciones pegadas a las vías. Una estación de tren que se detenga en el hipódromo facilitaba sobre manera la asistencia de espectadores desde la Capital y alrededores. Dentro de la gestión del proyecto de construcción de la estación, se contemplaba también la formación del pueblo.
Tras la aprobación del proyecto por parte del Ministerio de Obras Publicas, se resuelve para fines de marzo de 1910 que el nombre de la estación será “Longchamps”. El territorio era conocido ya como “Villa Longchamps”, dato que está registrado en los diarios “La Prensa” y “La Nación” cuando informan sobre el primer vuelo motorizado en América del Sur por el francés Henri Brégi. Finalmente el 10 de Agosto de 1910 se habilito la estación de tren de Longchamps.
La ciudad le debe su nombre al hipódromo de Longchamps, ubicado en París, Francia, en el que la Sociedad Hípica de Lomas de Zamora se inspiró. Pero el 3 de Febrero de 1913 aconteció el ocaso del hipódromo. Ese día había una gran cantidad de espectadores, quienes incurren con fervor ante las autoridades del hipódromo tras discrepar en el resultado de una de las carreras más importantes.
Tras no tener respuesta favorable por parte de la comisión directiva, coparon la pista, evitando así que se continúe la jornada. El clímax de este incidente es ocasionado por un fuego enardecido, con llamas que se propagaron de manera voraz convirtiendo a las instalaciones del flamante hipódromo en volátil ceniza. Queda de aquel día la imagen de Eduardo “Diente” Dughera, quien salva la bandera argentina de las llamas. Dughera fue sindicalista, cofundador del sindicato de canillitas y jefe de revendedores del diario Crítica.
En Carlos Diehl al 2500, el castillo de Longchamps fue originalmente de Maria Laplacette de Gassiebayle, quien lo compró en 1920. La casa construida por ella era un castillo con una torre de unos 30 metros. De ahí que algunos lo baitizaran como El Mirador. Fue vendido en 1974a la Sociedad Mutual de La Armada.
Longchamps y sus dos cines. En 1950, a pesar de que la localidad tenía apenas 273 casas, contaba con dos cines: el Cine Teatro Avenida, en Hipólito Yrigoyen 18.350, y el Cine Teatro Longchamps, en Belgrano 1250.
La estación de Longchamps, cuando ya los colectivos 501 y 506 conectaban regularmente la localidad con las ciudades vecinas de Almirante Brown.
Obelisco y Leyenda. El obelisco está en la triangular Plaza Longchamps, ubicada entre las calles San Martín, Aviación y Rivadavia, al oeste de la estación. La tradición dicen que debido a la elevada altitud de la localidad del sur, este obelisco, de tres metros de altura, llega a la misma altura sobre el nivel del mar que el que está emplazado en la calle 9 de Julio y Corrientes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Fotos: “Mi Pueblo es Longchamps” / Archivo propio