Según datos oficiales de la Cámara Nacional Electoral (CNE) sólo acudió a las urnas el 69% de los ciudadanos habilitados a votar. Fue la participación electoral más baja para una primaria presidencial desde que se establecieron las PASO en 2011. Por contraste, casi 11 millones de argentinos no sufragaron.
Al cierre de la jornada electoral, se registró entonces la segunda participación más baja para una elección presidencial desde que se instauraron las PASO en 2011. En las elecciones generales de ese año, la participación fue del 71,6%, en este caso fue la más baja tanto para comicios legislativos como presidenciales desde 1983.
El porcentaje de participación quedó así por debajo de los números registrados durante las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de años 2011, 2015. Ayer, casi uno de cada tres ciudadanos –el 31%- decidió no acudir a las urnas a votar.
A pesar de la obligatoriedad del voto, el índice de abstención de ayer resultó, además, el segundo más bajo desde el retorno de la democracia, si se contabilizan también las legislativas. Sólo un comicio registró un porcentaje más bajo desde 1983. Ocurrió durante las primarias de 2021, cuando votó apenas el 67,78% de los ciudadanos convocados a las urnas durante la pandemia del Covid-19.
El récord de menor concurrencia todavía lo conservan las elecciones primarias legislativas de 2021 con el 66,2%, con un caudal de votos menor al 1,2% respecto a este 2023. Más allá del repunte de este año, existe un denominador común con el 2021: el hartazgo de la sociedad con los principales indicadores socioeconómicos, algo de lo que ningún partido competitivo es ajeno.
Esto marca la caída de la participación en las PASO, que en 2011 registraron un 78,67%, en 2013 un 75,01, en 2015 un 74,98, en 2017 un 72,37 y en 2019 un 76,40.