Dos adolescentes soñaron una vez. Soñaron por separado sin saber que el camino iba a unirlos. Uno soñó de un lado de la vía, otra del otro. Ambos en Burzaco. Un día los anhelos y la realidad de Juan Manuel Cisneros y de Maive Silvestre se hicieron uno solo, enlazándose en el aire para formarse, para entenderse en el arte del circo y para dar el gran salto profesional. Hoy viven en Francia, pero sueñan con volver a ese Burzaco de sus amores. Y como ellos saben, los sueños suelen cumplirse.
Atienden a Brown On Line mientras toman mates en su casa de Toulouse, el lugar donde nació Carlos Gardel, al sur de Francia, el país en el cual viven hace seis años, adonde llegaron desde su patria chica, Burzaco, para hacer lo que aman, que será también lo que los hará regresar a esta tierra en la que descubrieron su pasión: el circo.
Desde aquellos primeros años de francés a media lengua viviendo en un departamento de 18 metros cuadrados corrió un río de enseñanzas hasta este presente en el cual fundaron la Compañía Levanté. Terminaron hace unos meses en la Escuela Superior una formación sobre acompañamiento de proyectos para llegar a montar su propio espectáculo. Y eso es lo que harán. Será un triunfo, luego de costearse los primeros años de la carrera haciendo todo tipo de malabares entre el rojo y el verde de los semáforos.
“Antes de venir acá no conocía otro país. Fue una súper experiencia y no me arrepiento para nada. Estuvo bien salir de la comodidad de donde es uno y tener que aprender una lengua nueva y manejarse por fuera de lo que uno conoce completamente y en qué condiciones”, dice Maive, quien antes de irse había regresado a la casa de sus padres en Burzaco para evitar el costo del alquiler, Juan vendió su Chevette modelo 92 y su moto Zanella, cuando el euro costaba 17 pesos. “Vendimos todo lo que teníamos para para tener el mango para salir, para pagar el pasaje y eso. Y bueno, con miedo a no saber cómo va a salir todo. Dijimos vamos a probar suerte y en tal caso, si no nos toman de la escuela, nos quedamos los tres meses de turistas como laburando en lo que se pueda y después nos volvemos. Esa fue la idea.”
Empezando el cuarto año en la Universidad pública argentina viajaron a Lille, Francia, al norte del país. Se formaron por tres años allí. “Fuimos a Lille en particular porque teníamos conocidos que habían hecho la escuela ahí y nos habían dicho que para especializarse en los portes que es lo que hacemos nosotros era una buena escuela y también porque ya éramos grandes y normalmente las escuelas superiores de circo no reciben mayores de 24 años.”
Destrezas en el semáforo, un trabajo de niñera para Maive, una ayuda del estado francés para pagar el alquiler, porque la formación no les dejaba tiempo para más porque “entrábamos a la carpa cuando todavía no había amanecido, estábamos todo el día, y salíamos de noche. Fue bastante duro pero lindo al mismo tiempo. Una muy linda experiencia”. Maive aporta: “Fue dura la escuela. Me costó al principio porque nunca había entrenado tanto. Mano a mano no habíamos hecho nunca. Debimos acostumbrar las muñecas y los tobillos. Pero con esfuerzo se logra. Tratamos también de sostener una preparación física en el día a día”.
En el circo hacen acrobacia. El fuerte de esta pareja de Burzaco son los portes acrobáticos. Juan es la persona que tiene que lanzar a Maive y atraparla luego. Tienen para eso una preparación física especial: peso muerto, sentadillas, trabajos de fuerza. Maive Silvestre es volante: hace un trabajo de acrobacia y verticales para lo cual debe estar afinada física y mentalmente. “Somos deportistas de alto rendimiento”, resume Juan.
“En Francia nunca me hicieron sentir un extranjero, nunca me discriminaron. Pero yo soy de allá”, dice Juan y uno imagina sus ojos cruzando los mares que haya que cruzar para traerse, él y su formación, él y todo lo vivido, de regreso a Burzaco, como planea hacer en los próximos años.
Como en el tango de Carlos Gardel y justo en la ciudad en la cual nació “El Zorzal criollo”, ellos se cantan por ahora en voz baja, como en secreto, ese “Volver”, aunque con la frente en alto. Juan piensa un desembarco programado para 2026 o 2027. “Estoy para volverme a la Argentina ya: mis sobrinos crecen, los viejos envejecen y por una cuestión política tengo las ganas de hacer un centro cultural en Burzaco. Queremos ofrecer un lugar de calidad donde poder ver teatro, circo, música y danza sin tener que viajar a CABA”, dice Juan.
En Burzaco nació el amor por el circo
Fue en Brown donde Juan Manuel y Maive descubrieron su pasión. En 2006 él hizo un taller de malabares cuando iba a tercer año del Polimodal. Miguel “Papelito” y Alejandro “Rudi” Güemes en la Casa de la Cultura de Adrogué fueron sus profesores, a quienes recuerda con cariño. Luego, el cine viejo de Burzaco, el Enrique Santos Discepolo; más tarde fue profe en la Unidad de Fortalecimiento Familiar de Cerreti y España durante cuatro años, dio talleres de circo en Calzada, de malabares en Barrio Lindo, de todo su arte en CIC de Goyena y Alsina. “Empecé con el circo cuando era chica buscando algo de circo para hacer bueno encontré un taller municipal en Adrogué: teníamos un poco de malabares, algo de acrobacia, de payaso, de clown”, cuenta Maive de sus orígenes.
Juan se crio a una cuadra de la Escuela 55 del barrio Arzeno, pero fue alumno de la Escuela 3, hizo la secundaria en el Instituto Amancio Alcorta, Jardín de Infantes en 906 de Adrogué y Educación Física en el ISFD de Adrogué. Luego fue a estudiar a la Universidad de San Martín: artes escénicas con foco en el circo. A los 33 años, lleva casi seis años en Europa, con giras largas, con el corazón, la mente y el cuerpo puestos en el arte circense.
“Teníamos la esperanza de probar porque sabíamos que se nos iba a dar. Lo soñaba pero no lo imaginaba ni loco”, dicen.
Apenas llegaron fueron a una audición. Les preguntaron si tenían el dinero para la formación: 3800 euros. Dijeron que sí. Que desde Argentina les enviaban el dinero suficiente para eso y mucho más. Por supuesto que mintieron. Trabajaron con artes circenses en los semáforos: querían juntar 100 euros por día durante el verano para tener recursos el resto del año y poder hacer la formación, cuya carga horaria no les permitía trabajar. Hoy trabajan con dos compañías. Hace poco salieron de gira por varias ciudades de Francia, por París y Bretaña.
“Acá existís para la ley como trabajador de circo, algo que en Argentina no existe. No hay tanto lugar como para vivir solamente actuando”, compara. “Queríamos capitalizar ese esfuerzo trabajando en compañías, pero al final de la formación nos agarró la pandemia y estaban los teatros cerrados y todo paralizado”.
¿Cómo se hace para tener seguridad cuando se hace acrobacia? Responde Juan Manuel: “Es un conjunto. Lo que da seguridad es el trabajo regular, las bases. Lo que da la confianza es tener claro cuáles son los fundamentos. Hay que sacarse todos los fantasmas y ejecutar acrobáticamente.”