Cuando hace unos años le preguntaron a Lara Jazmín Almirón cuál era su sueño, la niña de Burzaco se puso seria, miró a su interlocutora a los ojos y le dijo: “Quiero ser una famosa gimnasta olímpica y quiero representar a mi país”. Algunos años después de eso, sostiene ese anhelo a fuerza de pasión y entrenamientos y le suma logros, porque se ganó el derecho a participar en Esperanzas Panamericanas, un torneo a disputarse en Colombia.
A ese sueño grande Lara acude desde que tiene 7 de sus 11 años. Empezó en Independiente de Burzaco a entrenar y en los últimos años mudó su pasión al Club El Progreso, de Adrogué, donde entrena cuatro veces por semana. “Le pone mucho entusiasmo, le pone toda la garra y piensa solo en eso”, resume Marcelo, su padre, en charla con Brown On Line. “Su pasión nos pone la piel de gallina a nosotros, nos emociona mucho”.
Lara flamea en las paralelas, vuela entre las colchonetas, rebota contra el piso y sube como si no existiera la ley de gravedad, se para sobre sus manos, arquea su columna hacia atrás o camina por la barra fija como si fuese una ancha calle peatonal. Y todo lo hace con una naturalidad que impresiona.
El año pasado fue campeona nacional y en noviembre competirá para revalidar ese título, en La Lucila del Mar. Es la mejor clasificada en la disciplina en Almirante Brown. Por eso fija ya su objetivo a mediano plazo: participar del torneo en Colombia, para lo cual la familia busca apoyo para poder costear los 2500 dólares del viaje. Saben que es una de las escalas de Lara, la niña de Burzaco que va por su sueño grande.