La familia de Jorge Martín Gómez, el hombre que murió al ser derribado de una patada por un efectivo de la Policía de la Ciudad oriundo de Rafael Calzada hace exactamente dos años en el barrio porteño de San Cristóbal, adelantó que en el juicio oral que comenzará en dos semanas pedirá que el imputado sea condenado a prisión perpetua por un crimen “con dolo eventual”, por lo que rechazó la acusación de un homicidio sin intención con la que llega libre al debate.
Esteban Armando Ramírez (43) será enjuiciado a partir del 6 de septiembre ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9 por el “homicidio preterintencional” en perjuicio de Jorge Martín Gómez (41), un delito que prevé una pena de entre 3 y 6 años de prisión.
El policía llegará al debate oral en libertad luego de que la Sala VII de la Cámara del Crimen confirmara el procesamiento sin prisión preventiva del imputado por ese delito menor, tal cual había requerido la fiscal Ana Cristina Yacobucci, titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional 32.
Sin embargo, el abogado Ignacio Trimarco, representante de la familia de Gómez, sostendrá en el juicio que el hecho sea encuadrado como un “homicidio con dolo eventual, agravado por ser un miembro de las fuerzas de seguridad”, con lo cual, el Ramírez podría recibir prisión perpetua.
“Estamos expectantes para que comience el juicio y se ventile la realidad de lo sucedido y se haga justicia”, dijo a Télam el letrado.
El hecho ocurrió el 20 de agosto de 2019, alrededor de las 7.20, en Carlos Calvo al 2600, entre Saavedra y Alberti, donde Gómez interrumpía el tránsito armado con un cuchillo, situación que fue denunciada al 911 por una pasajera de un colectivo.
Según pudo observarse en las imágenes de una cámara de seguridad que captó la secuencia, poco después, a las 7.43, llegaron al lugar dos policías en moto, quienes se acercaron a la víctima -un hombre de gran porte- cuando ocultaba sus manos en la espalda.
Al ver que no deponía la actitud y que avanzaba hacia él, uno de los efectivos –Ramírez- le lanzó una patada al pecho, a raíz de la cual el sospechoso cayó derribado hacia atrás, golpeó su cabeza en el asfalto y, según la autopsia, murió a raíz de ese golpe que le causó un traumatismo craneoencefálico.
“En ese momento no había conducta alguna de alarma, es decir no esperó la respuesta a las órdenes que le había impartido a Gómez cuando le aplicó la patada que provocara que aquel cayera de espalda, situación que en definitiva le provocara la muerte, cuando en principio no debería haber tenido ese desenlace”, dijo la fiscal en su requerimiento de elevación a juicio, al que accedió Télam.
El policía había declarado que en un momento de distracción decidió golpearlo con una patada en el abdomen para que “pierda el aire y al doblarse poder reducirlo”.Pero que, contrariamente a lo que esperaba, cayó pesadamente de espalda y que luego de la caída no le pareció que estuviere malherido ya que no tenía sangre, ni síntomas de que se ahogase.
“Las probanzas colectadas en autos, en especial las filmaciones del suceso, en conjunto con las declaraciones de los testigos y la autopsia efectuada por la Morgue Judicial, contradicen su versión”, sostuvo la fiscal.
Por su parte, el abogado Trimarco dijo que “el homicidio preterintencional sólo es admisible si el medio empleado por el autor no debía razonablemente ocasionar la muerte”.
De acuerdo al querellante, “sin lugar a dudas, el imputado Ramírez debió asumir como cierta la posibilidad de acabar con la vida de Gómez, al efectuarle un golpe de semejante entidad, a una persona que no ejercía resistencia alguna y se encontraba en estado de embriaguez”.
Para Trimarco, “no quedan dudas de que la totalidad de los elementos probatorios llevan al convencimiento de que Ramírez tenía el conocimiento de que con su conducta podía ocasionar la muerte de Gómez y, que a pesar de ello, continuó en su accionar y le asestó una patada brutal que finalmente lo mató”, por lo que solicitó que sea juzgado por “homicidio agravado”.
Por último, la querella recordó “la actitud posterior al hecho, con la cual pretendieron encubrir lo acontecido al retirarse del lugar, irse a cambiar los borceguíes que utilizó en ese momento, anoticiarlo como un óbito en la vía publica y no informarle al personal del SAME del golpe que había recibido la víctima, lo que habría cambiado la posibilidad de sobrevida de la víctima”.