Ángel de Pascalis falleció en 2012, pero 50 años antes, junto a su amigo y socio Arturo Amado, compró una fábrica de alfajores de Ezpeleta que estaba a la venta por una quiebra inminente.
Así comienza la historia de un clásico dulce del Conurbano Bonaerense: el Capitán del Espacio. Fue todo un desafío. La empresa comenzó probando 20 alfajores de diferentes marcas para la primera elaboración, en la cual eligió cada producto detalladamente. Desde el dulce de leche hasta el azúcar que iba a utilizar. El 2 de febrero de 1962, Capitán del Espacio se puso en marcha para convertirse en un alfajor que evitó el marketing y se transformó en leyenda.
En la provincia de Buenos Aires, Capitán del Espacio es un alfajor icónico: es rico, es abundante y también difícil de conseguir. Los comienzos fueron en Ezpeleta, donde la fábrica estuvo instalada por un año.
Luego, se mudó a otra con más espacio, en Bernal Oeste. Durante esa época se priorizó el trabajo artesanal, con pocos trabajadores y una circulación de venta que no se expandía más allá de la zona. 10 años más tarde, Capitán del Espacio volvió a mudarse, esta vez al lugar en donde aún permanece: en la calle Gran Canaria, localidad de Quilmes.
Conservar el sabor es parte de la regla número 1 de los actuales dueños, quienes entienden que la calidad debe sostenerse a través del gran secreto: el dulce de leche y el chocolate serán siempre de primera marca, pero la masa, artesanal.
En 2006,Capitán del Espacio fue distinguido como campeón del Mundial de Alfajores, luego de llegar a la final contra dos conocidos rivales -ambos con presencia en todo el país- como Jorgito y Terrabusi.