La angustia compartida duele menos. Así lo entendieron los miles, miles y miles de argentinos y argentinas que desde la madrugada del miércoles se amontonaron en los pasillos vallados frente a Casa Rosada para darle el último adiós a Diego Armando Maradona, el más humano de todos nuestros dioses.
Llantos, abrazos, claveles blancos y celestes. Camisetas de Boca, Racing, River, Huracán, San Lorenzo e Independiente. Remeras del Indio Solari, del Nápoles y de la Selección Argentina. Un país entero copó la Plaza de Mayo este jueves por la mañana para caminar durante dos horas y poder despedir en pocos segundos al cajón que guardará a Maradona por el resto de su eternidad.
Con un sol picante ubicado en el centro del cielo que hace transpirar la frente, la logística del evento se mostró muy organizada: caminos vallados, botellas de agua cada 10 metros para quienes lo necesiten, alcohol en gel antes de pisar la Casa de Gobierno y control policial. ¿Cómo hacemos para no abrazarnos?
Diego Armando Maradona murió a sus 60 años, a tres semanas de ser operado de la cabeza. Claudia Villafañe, Dalma y Gianinna Maradona se encargaron de cuidarle sus espaldas durante el velorio que continuará hasta, por lo menos, hoy a las 16. “¡Que nadie se olvide que Diego era peronista, era villero como todos nosotros!“, grita al pasar por su cajón un hombre con una bandera de Boca mientras se desarma.
El velorio del Diego comenzó este jueves las 6 de la mañana, aunque estaba anunciado para las 8. Se calcula que pasarán por allí más de un millón de personas. Desde San Miguel de Tucumán hasta Rosario, el barrio no fue excusa para quienes se juntaron, se subieron a un auto y vinieron a Buenos Aires para despedirlo.
“Pocas personas pasan a la eternidad como lo hizo Diego“, dice como puede mientras llora otro señor que, apoyado en las vallas de la Plaza, le entrega el corazón a un periodista. A cada rato suena “el que no salta es un inglés“, “Diego, querido, el pueblo está contigo“, “Que de la mano, de Maradona, toda la vuelta vamos a dar“.
Si algo le faltaba a este año de pandemia era la muerte de Maradona. Pasarán muchos días, tal vez meses, para que el máximo ídolo del pueblo argentino, ese que se atrevió a hablar de Patria cuando era una palabra prohibida, muera.
Si la verdadera muerte es el olvido, Maradona no morirá jamás.