Alimentar es dar amor. Los saben Estela Agüero, Silvia Palomo y Tita, a quienes las une el amor por los demás, a quienes ayudan desde la mañana hasta la noche. A tiempo completo, a vida completa, es la lucha de estas mujeres poderosas que en Glew, Longchamps y Burzaco fundaron comedores y merenderos para atender la demanda de chicos y grandes, contenerlos y generar en ellas y ellos una conciencia colectiva.
Estela Agüero, la guerrera de Santa Rosa
Estela Agüero está en el barrio desde que el barrio no era barrio, sino monte. Vivía en Calzada, donde alquilaba una casita. Llegó acá con la promesa de una casa que le usurparon. Pero alguien le avisó que podían ir pagando un lote en cinco años en un barrio que no eran más que campo. Ahí fue ella, con su marido y sus tres hijos.
Estela es pudorosa, luchadora, dice que le gustan los retos, habla de “los chicos míos”, cuando nombra a los más de 60 que por día que se acercan al “Centro Comunitario Santa Rosa de pie”, que montó frente a su casa, en un barrio que hace unos meses cambió para siempre porque la avenida Espora lo abrió a todo Brown.
Es un merendero diario y, bondad mediante de la gente, a veces preparan la cena. “Para el inicio de clases las madres no habían podido comprar ni un lápiz a los chicos. Hicimos una campaña de apadrinar la mochila. Fueron llegando chicos del Colegio Santa Ana de Glew, gente de Lomas, de Capital, que traía con mochilas con útiles para los chicos del barrio”, agradece Estela.
Dos carniceros, Nazareno y la carnicería El Argentino, colaboran siempre con Estela, lo mismo que la ONG Fueguitos y “los compañeros de La Cámpora que siempre buscan y traen para que los chicos tengan”, dice ella. “Cuando empezamos eran chicos que vivían en la calle. Se pegaban, se cargaban. Cuando están en el merendero, les decía yo, son todos hermanos. Son niños y niñas y son todos iguales. Hop todos se respetan y están unidos”.
¿El hecho de ser mujer te condicionó en tu trabajo? Si, en muchas ocasiones sí. porque yo soy así: si tengo que hacer pozos y cortar pasto lo hago, no le tengo miedo al trabajo. Esas diferencias me volvieron más rebelde.
¿Sufrís diferencias en el trato? Si, he tenido que demostrar doblemente por ser mujer. A veces no les salen algunas cosas a los hombres y les mando a hacerlas como me parecen a mí. Me dicen ´qué vas a saber vos, si el albañil soy yo´. Me ha pasado con los enchufes de mi casa, que luego los hemos tenido que cambiar en la posición en que decía yo antes de haberlos hecho.
¿Tenés una mujer referenta en tu vida? “La Cristina del barrio, me dicen, por la Cristina Fernández de Kirchner. Y estoy orgullosa de eso. En el ámbito en que ella pelea en una referenta. Yo no doy vueltas, suspiro y le digo las cosas en la cara a quien sea, le guste o no le guste. Cristina sabe defenderse con una palabra, sin insultos ni golpes. Y a mi me gusta usar la palabra adecuada en el tiempo adecuado. Ella sabe salir a flote cueste lo que cueste. Es un ejemplo para la cotidianeidad que uno pasa acá.
¿Qué pensás del cambio de paradigma que se está dando a partir de la lucha femenina? Hoy tenemos el Ministerio de la Mujer, porque se priorizó la importancia de la mujer. Me suena muy duro el tema del aborto legal porque trabajo a diario con los chicos. Si es necesario, es bueno que la ley lo ampare. La igualdad, el respeto, el espacio igualitario lo acompaño pero el aborto.
Tita, la luchadora de Sakura
Los días de Tita fueron todos así en los últimos tres meses: se despertó muy temprano para ejercer su labor de empleada doméstica en Lomas, en Longchamps y Adrogué, de allí fue al hospital para estar con su hijo, internado en terapia intensiva, volvió a su casa y siguió la labor en el comedor. Cada día fue así de duro y de lindo también, porque Tita ama ayudar.
“Nunca sentí que hicieran diferencias conmigo por el hecho de ser mujer. Los hombres admiran mucho el trabajo que hacemos acá las mujeres, que son amigas mías que trabajan ad honorem”, dice Tita.
Empezó dando una copa de leche en el comedor de su casa, hace años. Hoy los hijos de esos chicos van a tomar la merienda allí. “Con ayuda de Desarrollo Social, de La Cámpora, de vecinos o de gente que pasa y se acerca damos la copa de leche para 50 personas y la cena para 120”, dice Tita.
“Tengo dos mujeres referentas en mi vida y daría un cuartito de mi vida para que al menos una de ellas esté acá: mi mamá, Jorgelina Pereyra. Si estuviera sería feliz no porque tenemos un comedor porque es triste tenerlo pero sí porque podemos ayudar a los chicos”, dice Tita, emocionada. Su otra referencia de vida es una prima de su marido, que se llamaba Nelly.
“Cuando me tocó cocinar, en la primera que pensé fue en mi mamá y pienso siempre en la bondad de Nelly, que siempre pensaba en el otro”, dice Tita.
Silvia Palomo, la remadora de Longchamps
El comedor de Silvia Palomo empezó porque muchos chicos iban a su casa a jugar con sus hijos. “Se quedaban todo el día hasta que yo cocinaba, comían y se iban”, narra ella. Entonces, con una compañera con las que terminaba sus estudios por el plan FINES, empezaron a preguntarse cómo podían hacer para poder poner un comedor.
Se asesoraron en el Municipio, hasta que estuvo listo, el problema era el lugar. “No me quedaba otra que poner el comedor en el lugar que nos habían prestado para hacer el FINES”. Era febrero de 2016 y había 25 chicos esperando para comer.
Hoy en el Centro comunitario y comedor Transformando vidas del barrio 14 de febrero, de Longchamps, cocinan de lunes a viernes para 120 chicos desde los 8 meses hasta los 17 años y algunas personas mayores. La Cámpora, el Municipio y donaciones “de mucha gente de buen corazón”, como los Puro Grupo, los ayudan con todo tipo de donaciones. “Somos un grupo de mamás que trabajamos codo a codo para sacar esto adelante: hacemos sorteos, bingos, festivales para nuestro comedor”.
“Estoy más que orgullosa de la gente que me rodea. Tengo muchísimas compañeras que me enseñaron en este camino como Natalia Barreiro y Vicki. Me emociono contando esto”, dice Silvia. Y los ojos se le humedecen.
¿El hecho de ser mujer te condicionó en tu trabajo? “No, porque siempre me encargué de sacar a la familia adelante y de tratar de aprender a hacer todas las tareas de la casa y hasta de hacer un pozo o cargar cosas. La vida te enseña a que uno tiene que aprender hacer de todo para darles un futuro a sus hijos. No sufro diferencias en el trato porque todos ven el trabajo que hago.”
¿Tenés una mujer referente? “Sí, tengo una gran mujer referente en mi vida. Esa mujer es mi mamá, Carmen. Ella nos enseñó siempre a ganarnos la vida dignamente, crió 9 hijos cosiendo ropa y haciendo comida para vender. Ella me enseñó todo lo bueno, a ser la gran persona que soy hoy. Por eso pude sacar un comedor adelante.
¿Qué opinás de los cambios que se producen a partir del feminismo? “Me parece muy bueno porque las mujeres tienen que ser más respetadas y valoradas porque somos al final las que sacamos la familia adelante.“
Fotos: Agustina Ancales