El presidente electo Alberto Fernández llegó minutos antes de las 11 de hoy a la basílica de Luján para participar, junto con el saliente Mauricio Macri, de la misa por la “unidad y la paz” convocada por el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, por el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Con su gabinete de ministros en pleno, Alberto llegó acompañado por su esposa, Fabiola Yañez, mientras que Macri estuvo junto a Juliana Awada. En la misa también estuvo el ex ministro de Economía y ex candidato presidencial, Roberto Lavagna.
Sentados uno al lado del otro, Alberto y Macri intercambiaron palabras y algunas sonrisas, colaboraron, Alberto siguió con las palmas las canciones y Macri acompañó algunas cantando las letras.
“La unión es una batalla colectiva y comunitaria”, dijo monseñor Ojea. Citó a Ernesto Sábato como partícipe de la Conadep que terminó en el “nunca más”. “La pelea la tenemos que dar todos para ser un pueblo unido, adulto, fraterno y solidario”.
“El otro es mi hermana, el otro es mi hermano. El odio es oscuro y eficaz para la autodestrucción. Lo que viene en nuestra América Latina no es fácil. Para construir esta Nación bendita necesitamos de todos, nadie sobra”, dijo Ojea.
El religioso disparó, sin nombrarlo, contra Macri. Dijo que “servir a los pobres es servir a Jesús” e instó a “recuperar derechos” y que los pobres consigan “su propia tierra, su techo, su trabajo”.
Ayer, Fernández visitó Catamarca donde inauguró junto con la actual gobernadora, Lucía Corpacci, y con el mandatario electo Oscar Jalil, una plaza que lleva el nombre del ex presidente Raúl Alfonsín.
Lo hizo el mismo día en que Macri fue despedido por sus fans con música de Carlos Vives, improvisando una salida épica en andas y dejando atrás 5 millones de nuevos pobres, 11 por ciento de desocupación, una deuda histórica con el FMI y un número récord de fábricas y comercios cerrados y una inflación de 300 por ciento en cuatro años.