El hijo mayor de un matrimonio de médicos de Lomas de Zamora salió a defender a su padre, denunciado por abuso sexual contra él y sus hermanos por su propia madre, a quien el joven trató de mentirosa en una carta que hizo pública en las últimas horas.
El obstetra y especialista en fertilidad Pablo Ghisoni -dueño del Instituto Ghisoni- está procesado -y estuvo detenido hasta hace poco tiempo- por “abuso sexual gravemente ultrajante” de sus tres hijos, en hechos denunciados cuando vivían en dos viviendas de Temperley y Adrogué. La denuncia la presentó su ex esposa, la cirujana Andrea Vázquez.
Desde hace una década esta pareja de médicos realiza denuncia cruzadas. Ella le hizo más de 40 denuncias y él la denunció por no permitirle ver a sus hijos. Por eso, amigos convocan a una marcha de silencio para el domingo a las 18 en Laprida e Yrigoyen, de Lomas de Zamora.
Ahora, Francisco Ghisoni, hijo mayor de la pareja (18 años), salió a contar su versión de los hechos en una carta que dio a conocer a los medios de comunicación. A diferencia de sus hermanos, Francisco vive con su padre. “Mi mamá, Andrea Vázquez, miente”, arranca la carta del joven. .
“Hoy mi papá está procesado por algo que no hizo y lo único que quiero es que la verdad sea escuchada. En esta carta busco probar la inocencia de mi papá. Sé que es un caso complejo y por eso pido respeto a todos los que lo lean. Y me pongo a disposición de la Justicia y de los medios para que se sepa la verdad. “, dice el hijo mayor del matrimonio.
“Andrea Vázquez dio declaraciones falsas en varios medios y hasta en los tribunales. El conflicto de mis papás comenzó hace muchos años. Crecer con mi mamá siempre fue complicado. Desde chicos nos llevó, a mis hermanos y a mí, a muchas consultas médicas porque quería probar que éramos superdotados. Finalmente, luego de mucha insistencia, logró probarlo con un certificado y nos llevó a un programa de televisión para mostrarlo. En ese momento, los tres empezamos a tener problemas en el colegio y nos cambió siete veces de escuela”.
“Cuando comenzaron los conflictos legales todo se volvió más complicado. Mi mamá empezó a limitar las visitas con mi papá. Con el tiempo, empezó a obligarnos a mentir en declaraciones. Entre muchas cosas, teníamos que decir que no queríamos verlo. Ella nos decía exactamente qué decir y se aseguraba de controlar que lo dijéramos como ella quería. Nos mostraba cómo teníamos que dibujar a la familia en los exámenes psicológicos y cómo teníamos que dibujar a papá en esos dibujos. Así nacieron muchas declaraciones falsas: no es cierto que mi papá me empujó por las escaleras, ni que me pateó una botella en la cara, ni que tiró a uno de mis hermanos a la pileta”.
Sobre el tema de los abusos, escribe Francisco. “A partir de 2012 empezamos a vivir con papá y teníamos régimen de visitas con mamá. En marzo de ese año estábamos de visita en la casa de ella y, cansado de que me obligue a mentir, me quise volver. Más tarde mamá presentó la denuncia por abuso contra mi papá y le retiraron la tenencia de mis hermanos.”
“No quiero proteger a mis hermanos de mi papá, sino de ella. Yo decido estar con mi papá porque sé que es inocente y la Justicia se equivoca”, dice el joven. “A mí me preocupa mucho que mis hermanos tengan que convivir con ella. Me preocupa en cómo los va a afectar. Todas sus acusaciones y declaraciones son falsas. Miente hasta con las pericias judiciales (suyas y de mis hermanos). Hizo que sus amigos y conocidos le hicieran pericias a mis hermanos, logrando adulterar los resultados. Si le hubieran hecho una pericia real a ella sus desequilibrios mentales, su agresividad y su mitomanía hubieran salido a la luz rápidamente.
“Quiero que todos sepan que no estoy en riesgo. No fui abusado ni amenazado por mi papá. No vivo en un infierno como ella dice. Soy libre y escribo esto por elección propia. Lo que sí me hace sufrir es saber que mis hermanos están con ella”, dice el joven.